viernes, 27 de febrero de 2009

Aforismos de Leonardo Boff


Más importante que saber es no perder nunca la capacidad de aprender.

Si todo en el universo está en génesis, entonces el paraíso ansiado no está al principio sino al final.

Estamos enteros, pero no acabados. Empezamos a nacer y vamos naciendo lentamente hasta acabar de nacer. Es cuando morimos.

Sólo puede morir lo que es. Lo posible, que todavía no es, permanece para realizarse más allá de la muerte.

No vivimos para morir. Morimos para resucitar.

Si te sientes gente corriente, consuélate. Dios debe haber amado mucho a la gente corriente para crear un número tan grande, entre ellos tú y yo.

No vayas por caminos ya andados. De lo contrario nunca dejarás tus huellas en el suelo. Si quieres ir lejos, camina despacio. Nunca te pares ni andes hacia atrás.

Da gracias a Dios por haber tropezado, así evitó una caída.

Donde no hay ningún miedo, no habrá tampoco ningún valor, necesario para vivir.

Si quieres olvidar las muchas piedras que impiden tu camino, piensa en los cimientos de la casa que puedes construir con ellas.

En la lucha entre la piedra y la gota, ganará siempre la gota, no por su fuerza sino por su perseverancia.

Si mantienes firme la perspectiva del fin, no habrá obstáculo que te sea insuperable.

Lo nuevo solamente surge a condición de que algo haya sido dejado atrás.

Para quien busca, siempre habrá una Estrella, como la de Belén, que ilumine su camino.

Un navío está seguro en el puerto, pero no fue construido para eso.

De una única vela pueden encenderse millares de otras sin que su luz disminuya.

Si quieres subir una escalera larga, no mires para ella, mira cada peldaño.

Para los que quieren cantar, siempre habrá una melodía a su disposición en el aire.

Sólo entenderá bien al otro quien se coloque en su lugar.

Hasta el reloj parado está en hora dos veces al día.

Sé como la cigarra, que para renovarse tiene que perder toda su apariencia externa.

Sólo se alegrarán con el amanecer quienes supieron esperar dentro la noche oscura.

Nadie entrará en el cielo si primero no empezó a construirlo aquí en la tierra.

Todo niño quiere ser hombre. Todo hombre quiere ser rey. Todo rey quiere ser Dios. Sólo Dios quiso ser niño.

Porque los cristianos anunciaron un Dios sin el mundo, surgió en consecuencia un mundo sin Dios.

Humano así como Jesús, sólo Dios mismo.

Al principio de todo no está la soledad de Uno sino la comunión de los Tres: del Origen sin origen, de la suprema Palabra y de la sagrada Unión de todo con todo. Están tan entrelazados en el amor que se uni-fican, es decir, se hacen Uno.

Así como hemos ofrecido el discurso de Harold Pinter al recibir el Premio Nóbel ofrecemos en esta ocasión los aforismos del teólogo, filósofo y ecologista, Leonardo Boff. Asesor de las comunidades campesinas pobres de Brasil.

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