domingo, 31 de agosto de 2008

Los méritos de Alicia y Felipe

Los invito a penetrar de puntillas a participar de esta evocación. Lamento mucho no poder pasarles el vídeo de la misma porque el lugar donde lo grabé es inabordable por ninguna acción de espionaje o contraespionaje. Pero hago público el testimonio porque en estos días de exhibición de la indignidad es bueno hacer públicos los gestos vitales de dignidad que hacen del Perú un gran país, aunque muchos de sus mismos hijos algunas veces no lo reconozcan.

Creo profundamente en el Perú porque peruanos son mis amigos a los que admiro tanto, a los que cito y con los que me cito para conversar de las buenas cosas del mundo y de las malas también. El hecho de que ocupe aquí esta noche un lugar preferencial es un delicado privilegio que agradezco. Feliz ocasión ésta de rendir homenaje y hacer pública declaración de amor y admiración a dos de estos amigos míos: Alcia Saco y Felipe Rivas Mendo, de ejemplar trayectoria por un camino hecho en cuarenta años de incesante bregar en el campo del teatro, que en el Perú significan siempre cuatro décadas de terquedad y de talento no siempre valorados en la medida de sus merecimientos.

En este sentido, no es muy justo que deba rendir homenaje a ambos en una única ceremonia, pues ambos merecen una particular. Será tal vez porque los dos comparten por estos días un mismo montaje o porque en mi recuerdo los dos comparten similares rasgos de seriedad y ordenamiento profesional. Les confesaré que para mí es muy cálido referirme a los dos porque, por rara casualidad, son dos personas a las que amo y admiro por igual, y he recibido de ellos en más de una ocasión muestras de fidelidad amical. A ambos los reúne en mi mente la ponderación y espíritu de fineza que siempre han demostrado. Para una persona como yo, que normalmente respondo más a mis ancestros populares, esto es una importante distinción. No negaré que Felipe me divierte con su jocundia chocarrera como de viejo campesino, aunque nunca haya frecuentado el campo. Así lo veo yo y creo que sus títeres también porque los he escuchado hablar cuando él ya no los manipula. Y en el ritmo nervioso del hablar de Alicia presiento, siento y compruebo su exquisita sensibilidad.

Hay un momento en la vida en que somos el presente de un futuro incierto. Cuando evocamos esos momentos en las vidas de las personas no evocamos a las personas mismas sino al brote de lo que son en el tiempo de la evocación. Alicia y Felipe se encuentran en este momento en ese estadío de mi memoria.

Asumiré el personaje de antiguo caballero y respetando el protocolo hablaré de la dama primero. Y la dama limeña aquí presente a quien evoco esta noche es en mi recuerdo una inquietante adolescente que proyecta un tímido temblor de sexualidad evidentemente aun no desplegado y apenas anunciado a los ojos de quienes a fuerza de haber frecuentado para entonces desde diez años atrás situaciones similares sabemos ver y sentir más allá de lo que nos ofrece los nervios del estreno. Se nota que hace un personaje totalmente ajeno a sus experiencias en "Ratones y Hombres", de Steinbeck en versión escénica y dirección de Alonso Alegría. Pero no desentona porque el grupo esta íntegramente conformado por jóvenes, incluido el director, y responde al nombre de ALBA. En ese momento, ya conocemos al caballero que nos acompaña. Pero el que traigo a mi mente es un joven chiclayano impetuoso y amigable que las filas de Talía han albergado como actor y que luego en el Club de Teatro de Lima ha afirmado sus aficiones bajo la siempre sabia conducción y consejo de Don Reynaldo D´Amore. Ya es conocido como activo aunque apresurado titiritero, mirándolo con la tolerancia de los tiempos. No precisa la cronología de mi disco duro si a la joven la he visto antes o la voy a ver haciendo de la niña en "El Jardín de Mónica", de Sara Joffré, en el escenario del Sótano de la Maison de France, donde funciona el Club de Teatro de Lima. Una vez más dirigida por Alonso Alegría. Lo que sí recuerdo es que al caballero lo he visto en una función en un colegio, preludio de las miles de funciones que sospecho a esta altura debe haber dado ya en todos los colegios del Perú.

Por un momento pierdo el rastro de la hermosa joven en la memoria, pero me parece verla en el TUC de Ricardo Blume. Pero de él estoy seguro que esta siguiendo a una delicada y activa doncella, chiclayana como él, que en el futuro será doña Teresa Belloso de Rivas Mendo.
No es mi intención hacer la biografía indocumentada de ambos personajes, pero sí el dar testimonio de la manera más vívida de su vehemencia y de su tesón por afirmarse en sus aficiones: el teatro de títeres y el teatro dramático.
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Ahora se desdibuja mi tolerante recuerdo y abordo implacable una crítica a su labor artística. ¿Cómo es la estética de Alicia y de Felipe? Porque la huella final de una trayectoria artística no son las cualidades personales sino las de las obras realizadas. Voy a ejercer función de crítico en la historia y no refiriéndome al último montaje. Y otra vez tendré que confiarme a la evocación por agrupación de recuerdos.

Alicia es una directora matemática, ordenada, clara. De propuestas austeras. Recuerdo que en la época de los primeros montajes de La Alforja sus actores sacaban de una gran canasta los vestidos y elementos de la obra. La propuesta armonizaba con las exigencias de "Santiago el Pajarero", de Julio Ramón Ribeyro, obra esquemática a la que se le puede hacer mucho daño si se pretende montarla con una aparatosa parafernalia. De su estética escénica podemos decir que es precisa y puntual. Esto en arte significa que no hay más metáfora que la que surge de la limpia relación de los personajes en escena, sin apoyarlos en mayor aparataje espectacular. Inclusive, cuando se trata de Bertolt Brecht, de quien le vi el montaje de "El Círculo de Tiza Caucasiano", que tanto se presta al despliegue de vestuario y otros elementos. Que su austeridad responde a una conciente decisión estilística lo demuestra el que afirmó sus aficiones directrices en Rumania. Estudió en el Instituto de Arte Teatral y Cinematográfico de Bucarest. Posiblemente, también se trate de una exigencia de los limitados recursos financieros con que se cuenta en nuestro medio para hacer teatro. En todo caso se trata de una feliz armonización de los medios y los logros.

Con Felipe, de gran experiencia e imaginación generosa, hemos trabajado juntos en los años setenta en el Instituto Nacional de Teleducación, produciendo el más bello programa para niños de nuestra televisión educativa: La Casa de Cartón, dirigida por Jorge Chiarella y en la que Felipe cumplía la labor de libretista. Por entonces él continuaba su labor de difusor trahumante del teatro de títeres por todo el Perú. Años después consolidó su arte cuando recibió el legado de las Marionetas de Barranco de los esposos Solari. También ha visitado otros países. Ha trabajado con niños en diversas situaciones de desarrollo. Por años escuchamos de sus experiencias en el Seminario "El Niño y el Arte" y en los talleres del Centro Cultural Nosotros donde colaboramos con Myriam Reátegui. De sus inquietudes experimentales da testimonio el hecho de que ha trabajado con diversos grupos de niños. Que yo sepa es el único que ha trabajado con niños ciegos o sordos.

Ambos se han dedicado a la educación. Alicia es básica y fundamentalmente una directora de teatro, pero también es una excelente profesora de actuación y trabajó eficaz y eficientemente con su reconocida seriedad y ponderación durante la etapa que desempeñó la dirección de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. También, por su especialidad universitaria es profesora de Literatura ha hecho docencia en colegios de Lima.
En su Casa de Barranco, Felipe mantuvo por años cursos de títeres para maestros que igualmente ha dictado en Universidades y otras instituciones. Es fundador del Instituto Peruano del Títere.

El teatro es una actividad que exige rigor, disciplina, entrega, manejo limpio de las relaciones humanas. Alicia tiene un acendrado espíritu de justicia e imparcialidad que la convierte en una persona ejemplar. Felipe es igualmente un gran colaborador, muy bien informado y un convincente promotor. Aparte de que su memoria de los hechos culturales de los últimos años es valiosa y precisa y sin preferencias excluyentes. Que yo sepa ninguno de los dos se ha limitado a frecuentar un único círculo. Recuerdo que cuando Myriam Reátegui dirigía la revista Creart y yo era el jefe de Redacción le solicité una relación de titiriteros y él me brindo una lista exhaustiva con teléfonos y direcciones. Aunque ligada al TUC por su formación Alicia también participa de la vida teatral y ha hecho montajes en diversos espacios el TUC, el Cocolido y muy especialmente en su fecundo período de profesora en la ENSAD.

De ambos publicamos semblanzas en la revista CREART. En el N 4, de Nov 83 decíamos de Felipe "Ha fomentado en todo el país el interés y fervor por los títeres. Es grande el número de grupos que han recibido sus consejos iniciales y reciben permanentemente aliento de este titiritero trashumante que durante más de veinte años de incansable difusión de su arte ha logrado generar un vivo interés entre profesores y aficionados al arte de los muñecos de trapo y de cartón. En 1980 fue invitado especialmente al IX Prix Jeuneusse International, evento al que concurren las mejores producciones mundiales de programas de cine y TV para niños y jóvenes. Ha recorrido otras tierras de América.

El N 8, de Marzo 84 albergó a Alicia Saco:"Limeña...viene presentando en el Cocolido "La lección de los cactus" de A. Fugard Ha representado obras de León Felipe, Pirandello, Juan Ruiz de Alarcón y Moliere, entre otros. Ha dirigido piezas de Cervantes, García Lorca, Brecht, Chéjov, César Rengifo, Arrabal, S. Salazar Bondy, Julio Ramón Ribeyro, Grégor Díaz, Darío Fo. Trabajó con Augusto Boal en la Campaña de Alfabetización Integral (ALFIN) dictando cursos de teatro popular para alfabetizadores. Condujo el Programa Cultural Imágenes en el Canal 4 de Lima.

Los dos son escritores. Felipe Rivas Mendo ha escrito obras para el Retablillo y Alicia Saco a quien esta vez la menciono después, porque posteriormente a Felipe ha publicado cuentos y escrito obras de teatro. Y ahora los tenemos en Casa Abierta compartiendo el montaje de la obra de Alicia.

Estamos rindiendo homenaje a dos artistas no sólo creadores sino docentes de su arte que han jalonado con seriedad una vida de entrega a una vocación indeclinable. De sus obras artísticas la historia del teatro peruano reconocerá el aporte de ser los pioneros de un teatro de identidad e identificación por su forma y contenido. De su ciclo docente estoy seguro que sus alumnos recogerán en algunos momentos de su trabajo fragmentos del maestro que se olvida porque afirma nuestro propio ser. Yo como su amigo y fiel admirador rubrico esta noche de evocación el respetuoso reconocimiento de quien se siente muy honrado de compartir la intimidad de sus almas.

Me preguntaba mi hijo Rodrigo el origen del aplauso y en realidad no lo sé. Pero de lo que estoy seguro es que no hay testimonio más grato al artista que escucharlo. Un aplauso de cuarenta años es imposible de dar aunque significativamente en su energía el estruendo reemplace al tiempo. El teatro arte efímero por naturaleza no podía tener otro galardón más apropiado que el efímero estruendo del aplauso. Así Brecht escribió "Ovation Für Shaw", para reconocer la docencia ejercida sobre su obra por George Bernard Shaw, el que a su vez había reconocido la docencia de Ibsen en "La quintaesencia del ibsenismo".

Alicia Saco y Felipe Rivas Mendo, artistas y maestros, merecen más que esta limitada exposición de mis recuerdos, una cerrada ovación de claque bien pagada por cuarenta años de fidelidad al teatro.

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