sábado, 7 de abril de 2012

¿ PARA QUÉ TEATRO EN EL PERU?

Sumergido andaba en encontradas reflexiones motivadas por la propuesta de Percy Encinas para que escribiese y hablase sobre ¿Para qué el teatro en el Perú?. La pregunta, por abierta, me había puesto en un gran dilema porque la verdad es que no me es muy grato hablar del teatro en general porque soy militante de una manera de hacerlo que ha ido cambiando en su forma con el tiempo es cierto, pero que se mantiene fiel a ciertos postulados ideológicos indeclinables. Cuando he aquí que llega a mis ojos, vía internet, Desde la otra orilla, la heredada voz aglutinante de Tomás Temoche Varías, remozada en las gargantas juveniles de sus alumnos, y compruebo que es cierta mi sospecha y esa noticia loca que dice por allí que se nos fue para siempre es una gran mentira. Tal vez un viaje largo haya emprendido, pues, me digo, y estos jóvenes, disciplinados como los ha formado, continúan fieles cumpliendo el encargo dejado por su maestro. Y desde la otra orilla, que es la misma en la que yo transito, ratifico una vez más que este asunto del teatro no se agosta y cuando prende es incendio que ninguna indiferencia puede apagar. Porque, pronto, en 2013, hará medio siglo, como el que están cumpliendo ahora en 2012 las celebraciones por el Día Mundial del Teatro, que este Tomás Temoche Varías siemprevivo, fundó un grupo al que, tal vez por iluminación y ahora sabemos no exagerada esperanza, llamó YAWAR, sangre vitalizante que llegó a oxigenar los tejidos vitales de nuestra cultura popular. Y por años, sin que supiéramos nada los grupos que en el centro crecíamos, en esa periferia ignorada de las barriadas circuló YAWAR hasta que a fuerza de crecer, como río incontenible desembocó entre nosotros cuando los clarines de lo que con el tiempo se llamaría MOTIN sonaban fuerte en estas nuestras tierras de gobiernos asaz indiferentes a todo aquello que al teatro se parezca. Fue así, como entonado por tan feliz encuentro me embarqué en estas líneas.


Porque tenemos que comenzar por reconocer que el teatro puede ser una experiencia totalmente superflua y anodina sin más significación para sus ocasionales espectadores que la de un pasatiempo banal e intrascendente. Y, para asombro de los que me estén leyendo, les diré que ésta es posiblemente su manifestación más difundida en el mundo, porque, como todas las expresiones artísticas, forma parte del paquete de las recreaciones socioculturales; actividades que los ciudadanos pueden asumir como apreciación o producción. Verla y hacerla son las dos vías de acercamiento a la actividad teatral. Y, por cierto, los gobiernos tienen la obligación de cautelar que se sostengan espacios de realización y consumo, como parte de la política recreacional. Sólo por este hecho debería apoyarse la creación y apreciación del teatro en el Perú, pues como dice Brecht en el primer parágrafo del Pequeño Organón, la más noble finalidad del teatro es divertir.


Pero, el teatro es el espacio de las diversiones fuertes, aclara el alemán; el lugar del encuentro donde se produce la discutida catarsis purificadora que privilegiaba el estagirita como finalidad de la tragedia en su conocida definición. Y no porque, como habitualmente se dice, el teatro sea un espejo de costumbres. El teatro no tiene nada de espejo. Aunque puede invertir las imágenes para mejor percibirlas no es este un mecánico reflejo; en esta inversión hay una candente oferta de lo que somos en el contexto de lo que podríamos ser. Acontecimiento que reclama un pueblo para afirmarse en la historia. Por eso no hay lugar en el mundo que no haya hecho teatro. Y el teatro está esperando siempre la respuesta del pueblo al que alude, al que sopesa, al que expresa. ¿ Cómo hacer entonces, preguntaremos con Brecht, para que el teatro no se convierta en sucursal de los centros de venta de estupefacientes?. ¿Qué de valioso da y ha venido dando este arte a la sociedad que deba mantenerse en las características de un teatro digno de apoyo? Porque yo puedo hacer teatro por muchos motivos personales que dependen de mi individualidad, pero cuando paso a definir los fines ingreso a un área de compromiso con mis semejantes. Para esto tengo que ubicarme en el contexto histórico del país en el que voy a hacer teatro y responder a sus circunstanciales exigencias de crecimiento y desarrollo.


El teatro es una experiencia estética y satisface las necesidades artísticas de los seres humanos en el área de la poetización de las relaciones humanas. Como actividad artística, ofrece renovadas percepciones de la vida en sociedad y nos vincula con experiencias en las que posiblemente no podríamos reparar de otra manera. Estas experiencias vitales las brinda en presencia y en presente, en un acto de convivencia durante el cual confrontamos colectivamente nuestro destino como especie. Como arte que es, el teatro que se proyecta por encima de un mero divertimiento, históricamente ha brindado a los seres humanos un campo de reflexiones sobre su condición existencial y social, a partir de imágenes de la realidad en la que viven. Y es a esta manera de enfocar la expresión teatral, que ha marcado la ruta del mejor teatro universal de todos los tiempos, a la que debe prestársele especial atención.


Con esta alta misión, los creadores de la experiencia teatral, profundizan en el ser del hombre y plantean visiones críticas de su comportamiento colectivo, y sus historias esclarecen cuando no denuncian, algunas de sus relaciones turbias. Las inquietudes del ser en el acontecer son desmontadas con agudeza y producen una reacción loable de humanización. Pero, estas revelaciones se producen a partir de los hechos concretos de un grupo social. En todas las obras de teatro hay una carga de humanidad que las hace universales pero, a su vez, hay distinciones particulares que las ubica en un lugar y época definidos. En el teatro de comunidades ajenas hay una serie de ingredientes que no se comparten con otras, a la vez que constantes del ser humano que las emparentan con todas. Es la asunción del hombre histórico a partir del hombre local. Cada nación rescata su perfil histórico en sus expresiones teatrales.


Una sociedad multicultural como la nuestra, agobiada por problemas de identidad, sometida a presiones políticas que hipotecan el territorio sin considerar a la población, en la que campean por doquier la depredación de los espacios vitales y la corrupción, necesita perentoriamente espacios contestatarios de posición frontal, comprometidos con las fuerzas del cambio favorable a las mayorías, conscientes de la realidad e iluminadoras de sus mecanismos de alienación. Y el teatro ante esta realidad se erige como uno de los instrumentos más poderosos, .porque puede llegar a ser el espacio de las definiciones íntimas y públicas que necesitamos. Y el teatro puede acercarnos a este ideal porque es un aprendizaje del amor. Es verdad que, como todo arte, surge del amor construido a partir de las heridas. Pero no las cubre ni las exhibe, las somete a una terapia de análisis y desalienación. El teatro peruano debe surgir de lo que somos, mediante acciones y palabras que nos identifiquen y conmuevan, proponiendo imágenes que nos inquieten y orienten. Otra no ha sido la finalidad del teatro en toda su historia que sensibilizar a los problemas más apremiantes de los seres humanos. Y esto nos toca en la médula : ¿No somos acaso un país que cada día se va insensibilizando al compás de la ambición, que el gobernante anterior ha hipotecado al mejor postor, que necesita a gritos un teatro valiente que albergue a tanta alma deseosa de expresarse por este medio? Porque, otra de las misiones de un gobierno debe ser el cautelar que funcionen armónicamente todos los espacios de realización de los ciudadanos y hay mucha gente en el Perú que aspira profesionalizarse en arte teatral. Y por eso debe propiciarse que en todas las regiones funcionen la mayor cantidad de centros formativos de profesionales del ate escénico.


No es por cierto el teatro un artículo de primera necesidad ni provoca los cambios sobre los que genera conciencia. Se puede vivir sin apreciarlo como muchos ciudadanos en nuestro país viven sin leer los diarios, ni enterarse siquiera de las noticias de actualidad que les son desfavorables. Sí, se puede sobrevivir sin una educación bien orientada y, en cierto modo, muchos peruanos son cobayos de esta dolorosa realidad. Somos sobrevivientes de muchas carencias, miopes cuando no ciegos a nuestras culturas, apenas identificables por el DNI pero carentes de una conciencia de identidad nacional. No, no es tan fácil justificar el por qué debe invertir la nación en hacer teatro y para qué, en un país de mayorías pauperizadas, donde permanentemente se agrede su hábitat y hasta sus monumentos históricos. La gente de teatro sabe que son una facción muy pequeña en el cuadro de revoluciones necesarias. Y esto nos coloca ante un gran dilema: o apoyamos al teatro o lo ignoramos. Lo cultivamos esclarecedor y profundo o lo reducimos a un pasatiempo superficial. O, cual hierba mala, lo dejamos crecer a su suerte, como han hecho siempre los gobiernos en el Perú.


Pero, pensemos antes qué nos pasaría si no tuviéramos teatro. No se detendría la venta de las investiduras, que nadie hasta ahora ha podido detener. Triste rol el del teatro que si no está no se siente. Y es que los seres humanos no siempre saben donde está su dignidad. Al hombre hay que enseñarle a serlo. Y así como la educación tampoco se sentiría, en un lugar donde no la hubiera habría algo que faltaría y esta falta definiría la necesidad de su existencia. Puede faltar y su ausencia sólo se siente por las consecuencias que acarrea. Nos quejaremos luego de la deshumanización de las masas, pero nosotros habremos gestado al monstruo al negar al hombre ubicarse en su dimensión más elevada. Así como se sobrevive a la falta de alimentos a medio morir viviendo, algo en lo más hondo de cada cual habrá dejado de nacer, de fructificar de hacerse patente si no adviniese al teatro combatiente. Este teatro que en el Perú jamás han apoyado los gobiernos pero que ha sostenido tercamente la gente de teatro en todas sus regiones.

En los límites de esta exposición, podría hablar finalmente del derecho a la experiencia estética. Pero, esta experiencia solo puede ser vivida cuando se cumple la más alta finalidad del quehacer teatral. Porque la belleza en el arte como la bondad en la ética y la verdad en la ciencia, es consecuencia de su práctica altruista. La belleza es un nivel de significación resultante de la coherencia de fines y formas esclarecedores, que se dará a plenitud el día en que amanezcamos desayunados todos.

Por eso respondo finalmente. Teatro en el Perú, para qué? Para llenar un vacío humanístico y fortalecer una hominización precaria. Como una ventana por la cual mirar cómo nos deforman nuestras carencias y se refuerzan nuestras debilidades. Y también para reir y llorar, para reflexionar y polemizar, para repetir la inquietud infinita de ser hombre en el mundo de los hombres y no un robot. Para nutrir de orgullosa peruanidad consciente a nuestros jóvenes y para avizorar cuánto nos acercamos a nosotros mismos o no. Pero no olvidemos que también se trata de la elección de un tipo de teatro para todas las edades: niños, jóvenes y adultos. Porque la pregunta no es encontrar el para qué hacer un teatro en abstracto sino concretamente, qué línea de teatro asumir en el Perú que coadyuve a lograr los fines de nuestro crecimiento y desarrollo.


No es mucha la gente de teatro, pero en el campo de batalla por la dignidad basta el canto de un pequeño coro para que el himno se contagie a todas las gargantas y cual manantial de luz crezca y se haga torrente. Como el grupo YAWAR, a las puertas de medio siglo de fundado en la periferia, muchos grupos en el Perú se hacen oír, a pesar de las limitaciones de nuestra aún débil política cultural que les impide una mayor cobertura, con la fuerza de la voz humana que se hace estentórea cuando clama por la justicia. Una voz que se encadena en el tiempo y se hace eco en cada nueva generación como la que ha encendido Desde la otra orilla y ha resucitado “a toda viada” la presencia de Tomás, viajero de la eternidad.


Teatro en el Perú, ¿para qué?. Para que los peruanos nos aunemos a esta rebelde voz que nos hace menos vulnerables a la deshumanización de nuestras vidas.

miércoles, 29 de febrero de 2012

ESTUDIAR LA HISTORIA DE NUESTRO TEATRO

INVITACIÓN A LAS JÓVENES GENERACIONES

Origen milenario y forma singular


El teatro en el Perú es de origen milenario. En las cuevas de Toquepala y Lauricocha están los testimonios de las danzas mágicas que aquí, como en cualquier lugar de mundo, fueron las primeras manifestaciones teatrales. Con el advenimiento de las culturas preincaicas se llega a formas ligadas a los rituales de la liturgia. Confundidas con las fiestas agrarias configuraron un teatro de celebración. Pero, estas formas, como es natural por su aislamiento, no tuvieron el mismo proceso que en la cultura occidental y adoptaron las características de un teatro total en el que, sobre la palabra hablada, privilegiaron la danza, la música, el canto de aliento.comunitario, aunque no necesariamente popular. Los rituales Chavín eran ejecutados por la clase sacerdotal y, posteriormente, el teatro en el incario es cortesano y al servicio del mantenimiento del poder: es lección y recreación.
Hoy se mantienen ciertos elementos de estas expresiones autóctonas en el folclor que es la forma más antigua de hacer teatro que tenemos los peruanos. Pero, este proceso fue interrumpido por la conquista.


En los cauces del teatro occidental


El teatro durante la colonia cumple tres funciones: contestatario de memoria y resistencia, catequizante o de evangelización y recreación de los españoles y criollos afincados en estas tierras.. Las obras se escriben en quechua y en castellano. Se aplican a las últimas las formas del teatro español prelopesco y lopesco y las de los autos sacramentales, que se dan en las celebraciones de la Eucaristía.
De gran significación es la existencia de un teatro en quechua de memoria y resistencia del cual son ejemplo los anónimos Ollantay y el Wanka del fin de Atau Hualpa y la serie de obras encontradas sobre la muerte del último inca. Parece que estas obras tuvieron un circuito especial porque su representación fue prohibida por el bando del Corregidor Areche luego de la develación del levantamiento de Tupac Amaru II.
El quechua fue igualmente empleado para la labor de evangelización y catequesis. Para diversión del público en general se escribieron obras en español. Algunos de estos dramaturgos preludian el tono satírico y la línea costumbrista que se acentuará durante los primeros años de la república. En los textos se consignan datos de las costumbres locales. Y hasta se llegó a zaherir a algunos vecinos lo que motivó la aparición de la censura. Que ésta fue una actividad floreciente y muy aceptada lo demuestra la existencia de una reglamentada labor empresarial. Parte de las utilidades se dedicaban al mantenimiento de los hospitales de caridad, como el de San Andrés.
Habían funciones regulares y celebratorias Las primeras se realizaban en locales especiales: corrales, en un principio, y posteriormente, coliseos. Las funciones celebratorias se daban a la llegada de un nuevo virrey o las fechas significativas del rey de España y, sobre todo, para el Corpus Christi. Durante este período nace el teatro escolar con los jesuitas Estas obras escolares se llamaban Decurias porque eran interpretadas por grupos de diez alumnos. El teatro jesuítico también participaba en las obras de celebración.


Dignificar la profesión: primer acto republicano


Hubieron virreyes dramaturgos y conocidas son las aventuras galantes de Amat y su amante Micaela Villegas, la Perricholi. Sin embargo es penoso consignar que la situación del actor fue humillante. Ricardo Palma narra en una tradición el caso de Luisa Velarde, joven actriz piurana conocida como la Yuca que fuera condenada por la autoridad al cepo, que todo local teatral tenía habilitado por reglamento. En este sentido es digno de resaltar el decreto de Don José de San Martín por el cual se reconocía que la profesión de actor no irrogaba infamia. Promulgado el 31 de diciembre de 1821.; el año pasado cumplió 190 años.


Más de un siglo de influencia hispana


La Independencia política no significó en modo alguno para el teatro la independencia de las formas hispanas. Durante todo lo que resta del siglo XIX hasta un tercio del siglo XX hay prolongación de esta influencia. Lo que se traduce en las formas de actuación, en la elección del repertorio, en la preferencia por la zarzuela. Sin embargo no podemos dejar de mencionar las manifestaciones patrióticas en obras generalmente alegóricas u ocasionales como es el caso de la primera obra teatral del Perú independiente: Los Patriotas de Lima en la noche feliz, atribuida a Manuel del Carpio. También la autoridad decretó que en los espectáculos públicos se coreara Viva el Perú.
A pesar de la influencia hispánica hay tres manifestaciones que van a afirmar la conciencia nacional: el costumbrismo, el folclor y el teatro andino en quechua. Durante este siglo llegan a Lima compañías visitantes. Como una expresión local de lo que fue constante en las expresiones románticas de todo el mundo el romanticismo teatral no tuvo mayor significación, salvo en el costumbrismo, si lo alineamos dentro del movimiento por su color local.
Las obras de Felipe Pardo y Aliaga, Manuel Ascencio Segura, Abelardo Gamarra, el Tunante y Leonidas Yerovi son las que mejor diseñan el perfil histórico nacional. Los dos primeros pueden con toda propiedad ser considerados como nuestros clásicos. Otro grupo de obras importantes son las que tratan sobre la Guerra del Pacífico.
Pero, sin lugar a dudas la manifestación de mayor trascendencia en cuanto a la afirmación de la identidad nacional, sobre todo después de 1882 es el teatro quechua republicano de Cuzco, Puno y Carhuamayo que se prolongó hasta mediados de la década de los sesenta.
Iniciado el siglo XX, aun dentro de la influencia hispánica aparece el teatro de los obreros anarcosindicalistas, verdadera isla renovadora en un mar de dependencias. También hay que destacar el funcionamiento de las compañías de teatro de niños, porque fueron el semillero donde se formaron los divos de la escena nacional que, desaparecerían durante el auge de los grupos independientes.
Tampoco podemos hablar de un teatro modernista y mucho menos vanguardista. No obstante debemos estudiar con detenimiento Verdolaga, de Abraham Valdelomar, y las obras de autores en el extranjero: Trece Club, de Luis Berninsone y la dramaturgia de César Vallejo; sobre todo sus ideas estéticas sobre la creación teatral.


Apertura al Teatro Mundial


Consideramos la fundación de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), en 1938 como un hito de ruptura paulatina con la influencia hispana. Igualmente lo es la fundación del Teatro Universitario de San Marcos, en 1941, por el catedrático Manuel Beltroy quien, en 1945 fundó El teatro del Pueblo.
La segunda mitad de la década del cuarenta es una de las más fecundas en la historia del teatro peruano. Don Carlos Rebolledo, famoso divo creador de un personaje popular “el sargento de polecia” funda el Sindicato de Actores del Perú (SAP).
Por única y excepcional vez en la historia el gobierno de turno cumple meritoria labor. Don José Luis Bustamante y Rivero, de los pocos presidentes que ha asistido a funciones de teatro, promulga una iniciativa de su ex ministro de educación, Jorge Basadre, recogida por su sucesor Luis Valcárcel y crea: la Compañía Nacional de Comedia, la Escuela Nacional de Arte Escénico y los Concursos Nacionales de Drama y Comedia.
La década de los cincuenta y todo lo que jalona los últimos sesenta años del teatro en el Perú se arraigan a este momento singular. En el teatro peruano van a formarse los primeros Grupos Independientes de Teatro de Arte: Histrión y el Club de Teatro de Lima, que se suman a la presencia solitaria de la AAA.
A partir de este momento se entra en contracto con las nuevas técnicas de formación del actor, se recibe la visita de compañías extranjeras, se organizan y funcionan grupos extranjeros en Lima, las provincias afirman su presencia, hay un mayor desarrollo de los títeres y la pantomima y, sobre todo se toma una mayor conciencia del rol social del teatro.


Invitación al estudio de la historia


Un contingente de jóvenes investigadores han aparecido en la primera década del siglo que comienza a hacer estudios especializados sobre autores, grupos y sus articulaciones con la realidad. Comenzamos a hacer la historia de cómo el teatro peruano ha testimoniado el comportamiento histórico de afirmación de la identidad. Este testimonio puede referirse al empleo que se haya hecho del teatro para garantizar una relación de poder, o para alentar el patriotismo, o para enfrentar los grandes problemas del crecimiento, o para denunciar el funcionamiento de las instituciones (familia, educación, religión, política, economía, recreación, estratos sociales). En suma, el nivel de compromiso asumido por el teatro para recrear y reflexionar sobre nuestra identidad nacional, el empleo estético de sus elementos expresivos para su representación ante un público “aquí y ahora”. Si bien no podemos fragmentar la historia del teatro en las historias de sus elementos deberemos estar atentos en cual de ellos el cambio se hace más notorio. No es una historia que pueda reducirse a los dramaturgos, el arte teatral es un complejo y es de este complejo del que hay que hacer la historia.
Qué Proyecto Histórico del Perú se delinea en las obras de la gente de teatro. Qué cadena de esfuerzos por alcanzar a definirlo se pueden identificar. La historia del teatro de un país multicultural como el nuestro debe encontrar alguna constante que las vincule. Por el momento es una historia centralista en la que se le da muy poca importancia a los movimientos periféricos, los prejuicios regionalistas y la anfractuosidad territorial. Si bien, es indiscutible que el teatro está imbricado a la red de fenómenos sociales con los cuales coexiste, ya Hauser en Historia social e la literatura y el arte hacía notar lo difícil que es articular los cambios sociales con los hechos artísticos. El discurso histórico cuando es utilizado dentro del discurso literario, tiene la tendencia a ser reducido a algunos lugares comunes, a algunas ideas verificadas, a algunos recuerdos escolares. Esto funciona como confirmación de lo previsto (Pavis 1994-15)
1. Primero se imitan los modelos establecidos del grupo dominante.
2. Luego se van introduciendo nuevos recursos formales
3. Aparecen temas nuevos y propios del lugar
4. Se imponen elementos del patrimonio cultural.
No hay actividad con mayores posibilidades para la profundización en nuestro ser nacional que el abordaje de la expresión teatral en los últimos sesenta años de nuestra historia. Estas deshilvanadas reflexiones quieren invitar a su estudio.a las nuevas generaciones.

martes, 28 de febrero de 2012

EN BUSCA DEL PARAÍSO


Jorge Villanueva ratifica en El dragón de oro, del autor alemán Roland Schimmelpfennig, sus reconocidas virtudes directrices para el tratamiento del espacio escénico y las convenciones de la teatralidad. Ilustrando con ritmo preciso una dramaturgia contrapuntística, neoépica con distanciamientos narrativos, ubica a los espectadores frente a frente flanqueando el trajín cotidiano de los empleados de un restaurant tailandés-chino-vietnamita en Alemania y la vida íntima de las personas que habitan los pisos superiores, gente de la clase media agobiada por sus pequeñas pasiones, cuyos avatares se entrelazan con las vicisitudes del grupo de chinos inmigrantes que trabajan en la cocina de El dragón de oro. La dramaturgia de Schimmelpfennig unifica la humanidad de sus protagonistas al romper los límites de edad, sexo y animalidad y hacer que los actores representen mujeres o que los de más edad encarnen a los jóvenes siguiendo las convenciones de una historia realista o de una fábula. Tratando de responder a estas intenciones, Villanueva borra en sus actores y actrices toda entonación tipificante dejando que los textos nos lleguen sin entonación local referencial.
El eje conductor es la condición de los que emigran a un país desarrollado en pos del “dragón de oro” o paraíso del bienestar, para quedar reducidos a un ajetreo sin horizontes en el estrecho espacio de una cocina de restaurante preparando los exóticos potajes del lejano terruño, cuyo olor invade real y simbólicamente los pisos altos del edificio en el que funciona.
Dos historias articulan otras que giran a su alrededor: el dolor de muelas de un joven cocinero chino y la prostitución de una niña china que viene a pedir caridad (la cigarra, incluyendo al arte, tal vez). Los dos seres morirán desangrados por el mismo desamparo social que impide se les trate humanamente. Las parejas permiten al autor presentarnos una sociedad sin horizonte asfixiada en un sentimentalismo que tampoco conduce a sus ciudadanos al dragón de oro sino apenas a vivir en lo alto de una ilusión: jóvenes que no quieren tener hijos, mujeres que abandonan a sus maridos, abuelos que esperan un golpe de suerte para recibir de la vida, por lo menos en el umbral del fin, lo que nunca se les concedió. El maltrato del vejestorio a la chinita prostituída (abuso de la sociedad a los inmigrantes que culminará con su asesinato) se orquesta cruelmente con el embarazo de su nieta, igualmente desamparada. Las azafatas, representates de un arribismo cosmopolita, tratan de encontrar un “sabor” a la vida aunque sea en un fetiche asqueroso, o siendo la deseada Barbie en una historia más de desamor. En los cauces de la mejor tradición onírico simbólica de la literatura alemana la obra soluciona muchos de sus pasajes dentro de un realismo poético preñado de metáforas.
Para Schimmelpfennig a todos se nos escapa el dragón de oro y no es este propiamente un paraíso sino un lugar de olores y sabores exóticos y fugaces. Si hay una paz puede que se encuentre después de muerto en el más allá que es como un mar en el que naufragan todas las ilusiones.


Los actores responden con talento a las indicaciones del director, los detalles de composición son sobrios y medidos. El dispositivo escénico es dinámico y su diseño permite cambios sugestivos como el del muelle, pero hay una sensación de limpieza en la puesta que elude la crueldad de las imágenes que puede proponer. Nada rompe el ritmo que se sucede acompasado y preciso. Pero, me pregunto, ¿No hubiera sido de una frontalidad mayor el haber roto ese ritmo por momentos? Jorge Villanueva comienza a dominar sus medios expresivos y a bordear peligrosamente su autoimitación. La lectura del discurso teatral reclama un contrapunto no sólo en la trama sino en las proposiciones de la puesta en escena. ¿Por qué se me coloca frente a frente con los que como yo espectan la obra? ¿El dispositivo ha sido pensado hasta sus últimas consecuencias o como un mero cambio de punto de vista estético?. El teatro exige más que eso. Estamos seguros que Villanueva lo sabe y que su capacidad autocrítica lo impulsará a renovar sus recursos en futuros montajes. No obstante, su habilidad directriz y la calidad de Schimmelpfennig se armonizan en una puesta en escena que no defrauda al espectador.

El Mercado Teatral en el Perú

Fuentes de trabajo


Una de las inquietudes principales de todo joven profesional es su inserción en el mercado laboral. Este es un complejo de ofertas y demandas a las que no siempre tiene un acceso franco el egresado de cualquier carrera. Se plantean problemas de competencia personal y de prestigio institucional que, opinamos, debieran ser cauteladas por los centros de formación superior, desde el periodo de las llamadas prácticas profesionales. Para el efecto, podrían colocar a sus mejores cuadros en entidades que los pudieran contratar al titularse. Por cierto que estas etapas de práctica servirían para que los futuros centros de trabajo evaluasen el rendimiento y la calidad de los jóvenes profesionales.
No somos un país que maneje la formación superior universitaria y tecnológica con un claro sentido de las demandas del mercado laboral porque no hay una preocupación de los gobiernos por definirlo y establecerlo en función de los requerimientos del crecimiento socioeconómico, de allí que, en cierto modo, sea tarea de las instituciones formativas y de los egresados el crear o identificar estas fuentes de trabajo. Sin ser exhaustivos, en el presente artículo no vamos a referir al campo específico de los profesionales del teatro en el Perú.


En los últimos años se ha incrementado y diversificado la oferta laboral para los profesionales del teatro en nuestro país. A las tradicionales fuentes artísticas en el teatro, radio, televisión y cine, de profesores en la educación inicial, primaria, secundaria y universitaria, y en la conducción de grupos de aficionados se han agregado otros espacios como promoción en los gobiernos locales y empresas, animación en hospitales, fiestas y ceremonias, y servicio en las publicitarias.
El contingente de profesionales del teatro especializado en diversas ramas del arte dramático: productores, dramaturgos, directores artísticos, actores y actrices, escenógrafos, diseñadores de luces, de vestuario, de utilería, músicos y sonidistas pueden ofrecer sus servicios en múltiples actividades. La labor en la dirección de elencos de aficionados ha crecido en los gobiernos locales y en las empresas que brindan este servicio a sus empleados y a los vecinos de toda edad. Los talleres de arte dramático compiten con los de otras artes.
Otra área en auge es el de los grupos profilácticos de la alegría en los hospitales. La animación de fiestas para toda edad, que incluye la novedosa “hora loca”, tiene gran demanda, lo mismo que la participación en ceremonias de toda índole como locutores, modelos, anfitriones.
En el campo publicitario se ha requerido siempre de la presencia de actores y actrices o para el doblaje de voces y, al lado de los ya tradicionales muñecones y Noeles de la Navidad, vemos cada vez más a mimos que hacen estatuas vivientes en las puertas de los establecimientos. Otra dedicación interesante es el de las empresas que preparan a su personal para los corsos, que brindan oportunidad de trabajo creativo a los escenógrafos, los que también pueden ofrecer sus servicios profesionales para el adorno y caracterización de los espacios de escaparates, discotecas y sitios de diversión.
Más de un hombre de teatro se está dedicando a la motivación empresarial o al entrenamiento de personal dentro de las normas de la calidad del servicio, o en técnica de ventas. Pareciera que el entrenamiento en expresión oral logra sus mejores frutos cuando es dictado por un hombre de teatro.
Los simulacros, incluidos los organizados para la Defensa Civil, necesitan de la mano de un director para lograr sus mejores frutos. Quien escribe esta nota, por este camino, llegó a ser asesor de la Alta Dirección del Instituto de Defensa Civil del Perú y profesor de la Asociación Nacional de Bancos y del Banco de Crédito del Perú y otras entidades similares en el campo de la calidad en el Servicio y en el entrenamiento de la fuerza de Ventas. Otro amigo mío colaboró muchos años con la Cruz Roja Internacional en estos aspectos ya que muchas Campañas de Salud y Vacunación se promueven con escenificaciones orientadoras. Hay un Curso de la Cruz Roja internacional sobre los Derechos Humanos que es desarrollado exclusivamente con escenificaciones y, en los últimos años, la Organización Mundial de la Salud ha privilegiado el empleo del teatro en la adquisición y reforzamiento de la resiliencia en los grupos humanos.
Otro rubro es el de Maestro de Ceremonias que antes estaba limitado a los locutores. Y es que la prestancia que un actor o una actriz puede dar a estos eventos es mayor por el dominio de la escena que despliegan. Muchos museos están comenzando a animarse con presencias de actores especialmente caracterizados como personajes históricos superando a los museos de cera que por lo estáticos no tienen la vivacidad que los actores alcanzan.


No niego que la aspiración natural de un joven artista sea el conformar un colectivo creador y mi anterior enumeración no intenta desconocer tan noble aspiración. Pero, es claro que, cuando se cuenta con un amplio abanico de posibilidades, es más fácil posicionarse en el mercado laboral y vivir de la profesión que es a lo que todos aspiramos. En el país, si bien ha disminuido el interés por la formación de grupos permanentes, y se tiende más a las compañías ocasionales, cumplida la primera década del siglo XXI es posible identificar una loable actividad de producción teatral, alentada por especialistas en el rubro, fenómeno que no fue habitual en el pasado. Y es que verdaderamente la forma de ver el teatro en el Perú está cambiando. De ninguna manera estas nuevas visiones disminuyen el compromiso social y la posición contestataria que ha caracterizado el teatro peruano histórico. Pero, esta proliferación de líneas de ocupación refuerza la digna aspiración de poder vivir de la vocación artística teatral.

sábado, 25 de febrero de 2012

CURSO DE INICIACION TEATRAL

ORIENTACIONES BÁSICAS LA ACTUACIÓN

Ubicación del arte del actor

El teatro es un arte cuyo medio de expresión es la representación poética de las relaciones humanas ante un público espectador participante. A las presencias humanas representadas en estas relaciones se les conoce tradicionalmente como personajes. El instrumento del que se vale el arte teatral para componer la relación entre los personajes, es el actor (actriz). El espacio sobre el cual se desarrollan estas relaciones es el escenario.
El teatro es un arte del hombre, por el hombre, para el hombre. Nada humano le es ajeno. Por eso, el actor es el eje de la estructura teatral. Y, mediante su actuación, todo lo que sobre la escena aparece tiende a humanizarse. Pero, en ningún caso se ofrece como una reproducción servil de la realidad, sino más bien como una interpretación de la misma. La obra se ofrece al público como una realidad alternativa en la que se interrelacionan comportamientos extracotidianos.
El actor, en cuanto eje de la estructura teatral, es el elemento sensorial principal por el cual el arte teatral se manifiesta y es lo que configura este elemento. El actor es medio e instrumento del arte teatral. Además por ser la unidad integral de su persona el agente de inspiración e expresión, el actor es un instrumento instrumentista.
Conceptualmente el actor al representar poéticamente las relaciones humanas actúa como un signo de los seres humanos que está representando. Y en este sentido, si consideramos que el signo no es la cosa sino la representación de la idea de la cosa, el actor no representa una relación de la realidad tal cual, sino la idea de una relación de la realidad. El espacio escénico es igualmente la representación de una idea del espacio social.
El actor es pues el artista creador de las presencias poéticas creadas por el dramaturgo o por el grupo teatral en un proceso de creación colectiva. Su oficio es representar estas creaciones al lado del conjunto cocreador, lo cual es antecedido por un largo proceso de preparación que son los ensayos. La proporción de éstos. en relación a la duración real de la obra en el momento de su presentación, es de una a cincuenta repeticiones como mínimo, según su grado de dificultades. Vale decir que una obra de diez minutos se deberá ensayar 500 como mínimo. Esto es ocho horas y veinte minutos. Una obra de una hora deberá ensayarse 50 horas distribuidas en diez ensayos de cinco horas o veinte de dos horas y media. No hay un acuerdo universal sobre el número de horas de ensayo, pero lo cierto es que sin rigurosas repeticiones es imposible llegar al dominio de la interpretación escénica. En ningún arte es más palpable aquello de que toda creación requiere 1% e inspiración y 99% de transpiración. Otro efecto saludable del gran número de ensayos es que hace más ligeras las representaciones que duran mucho menos, por cierto.


Exigencias profesionales del actor

El actor debe prepararse profesionalmente como una integralidad biopsicosociocultural, que responde a las exigencias del oficio:
1. Nuestro cuerpo puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo.
2. Debe lograrse una armonía psicosomática que favorezca la expresión espontánea.
3. Hay que reforzar las relaciones interpersonales y aprender a valorar a los demás.
4. El artista que no se arraiga a su cultura no puede crear obras importantes o trascendentes. Hay que comprometerse con el contexto y entender los matices ideológicos de la cultura a la que se pertenece y tratar de entender a las demás adquiriendo una tolerancia intercultural y aprendiendo a ser con los demás.
Prácticamente su proceso es un autodescubrimiento de su personalidad, de sus posibilidades expresivas y de su potencial creativo en los planos individual y social. Para el efecto, debe comenzar por autoanalizarse en función de sus aspiraciones creativas y entrenarse para el dominio de su unidad corporal y vocal y su creatividad. Su punto de partida es la sensación, su apertura al mundo, el cual deberá comenzar a ver con mayor agudeza. Es como si todo lo que sabía tuviera que comenzar de nuevo a prenderlo. Sobre todo, deberá encontrar sus limitaciones para superarlas y sus defectos más notables para corregirlos. Lo que más sorprende al joven aprendiz de actor es que no sabe respirar, que emite mal la voz, que pronuncia mal, que tiene un hombro más alto que otro, que su columna no está bien, que no sabe caminar, que se para defectuosamente, que bailoea en el sitio al hablar,,, Y así, va descubriendo por esta vía, un sin número de barreras desconocidas con las cuales ha estado viviendo y que ahora deberá superar.


Físicamente, un actor debe dominar su cuerpo, su respiración y su emisión vocal. Y, sobre este dominio, adquirir la habilidad expresiva correspondiente de sus gestos, actitudes, ademanes; de su pronunciación, fraseo y entonación vocales. Sobre todo, aprender a emplear el cuerpo y la voz como una unidad expresiva complementaria a la que se estimula mediante imágenes.


Psicológicamente, el actor debe autoanalizarse para conocerse, ya que su profesión se apoya en su capacidad de autoestima. El actor debe ser concentrarse en su objetivo profesional apasionadamente, debe ser decidido y sobreponerse a cualquier timidez limitante. En todo momento de su vida apuntará a lo mejor que puede dar de sí en ese instante, debe alcanzar su óptimo personal que no es el de los demás sino propio y exclusivo de él.
En general, los artistas son grandes observadores de los fenómenos del mundo que le interesan a su expresión; el actor, a quien nada humano le es ajeno, debe aprender a observarlo todo y a recordarlo al detalle. Las relaciones con el espacio y los objetos requieren de un gran sentido de la observación. Una tarea tan simple como la de abrir una puerta imaginaria, puede llevar mucho tiempo el llegarla a dominar. Más que el detalle, aquí se trata de llegar a la característica esencial de la manipulación que se efectúa. Otra batería importante de observaciones es a los usos y costumbres de las personas, a los movimientos de los animales, a las formas de los árboles, etc.
La memoria y la imaginación creadora son dos cualidades que hay que manejar a la perfección. Los recursos mnemotécnicos y la promoción del pensamiento creativo participan de todas las actividades formativas del actor. No son una instancia especial sino una presencia habitual. Sin memoria y creatividad es imposible llegar a expresarse artísticamente. Hablamos de una memoria reflexiva y no mecánicamente repetitiva. Aunque en algunos casos el hábito memorístico es la clave de la espontaneidad de un movimiento. En cierto modo la repetición de la que ya hemos hablado tiene por objeto memorizar lo ensayado hasta el dominio total.
El actor repite hasta hacer de lo que repite un hábito. Es experto en adquirir hábitos para la composición del personaje. Atiende a la secuencia:
Siembra acciones y cosecharás un hábito,
Siembra un hábito y cosecharás una costumbre,
Siembra una costumbre y cosecharás un carácter,
Siembra un carácter y cosecharás un destino.


Socialmente, un actor domina las variantes de las relaciones interpersonales. Sabe comunicarse con precisión y eficacia. Investiga o participa de los rituales de la vida social y los maneja. Los comportamientos según los diferentes estratos de los roles que desempeña son estudiados al detalle. Lógicamente no los emplea tal cual sino que les da una dimensión poética, dentro de su función artística de poetizar la realidad. Por otra parte, el teatro es un arte entretejido a la red de relaciones de la vida social y es en sí mismo un hecho social. El teatro es un trabajo de equipo, producto de una colaboración creativa grupal, tanto en su proceso de preparación, como en el acto mismo de la función teatral. Es una ceremonia de convivencia social que se da en presencia y en presente. Y en este aspecto el público forma parte de la ejecución del ritual y no es un mero receptor de sus propuestas sino un ser activo y participante. El actor, si bien no siempre se dirige al público directamente, actúa siempre en función del público.


Culturalmente, el actor frecuenta el repertorio de creaciones de la cultura en todas las instituciones básicas de socialización. Usos y costumbres característicos de los diferentes grupos humanos son investigados y reconocidos y aprende a identificarse con ellos. Trabaja la oferta cultural y la enriquece, es su fuente de inspiración y originalidad expresiva.
Es en este campo donde la vocación del actor adquiere su trascendencia social porque es en este plano donde él define el objetivo o misión de su arte. Las motivaciones pueden haber sido muy personales e íntimas, pero la finalidad debe responder a un compromiso con la sociedad. La ideología y la historia responderán a estas inquietudes y marcarán la línea de sus creaciones. Pues, si bien el arte es una recreación, una manera saludable de emplear el tiempo libre, no es un mero pasatiempo sino que permite acceder nuevos enfoques sobre el sentido de la vida y la realización de los seres humanos. El teatro, humanístico por excelencia, tiene un compromiso ineludible con la dignificación de la humanidad; y esto es lo que siempre ha hecho el gran arte teatral. El teatro es en sí uno de los productos culturales que mejor definen el perfil histórico del hombre y toda la perfección técnica profesional que debe alcanzar un actor es para hacer de esta expresión una experiencia profunda y trascendente.

Profesionalmente, el actor se preocupará por tener una cultura general y especializada, conocer el proceso histórico del teatro en su país y en el mundo, saber analizar las obras de teatro, los recursos de su creación, la estructura y las exigencias de los diferentes elementos expresivos del arte teatral, la historia, características y apreciación de las otras artes, la historia de la cultura, frecuentará las expresiones vivas de estas manifestaciones y de ellas obtendrá nuevas fuentes de inspiración para sus creaciones.
Como artista debe desplegar un alto sentido ético y estético de su profesión. Debe profundizar en las exigencias del oficio y, como en los talleres medievales acceder desde los planos básicos de aprendiz hasta hacerse un oficial y llegar a ser un maestro. Dominar la técnica, adquirir presencia escénica, ejercer una férrea disciplina en sus actos, valorar el trabajo colectivo con sus compañeros cocreadores, ser sincero y dispuesto a la colaboración. No pretender lucirse, ni ser la estrella sino el más identificado con la tarea del conjunto. Respetar al público tratándolo como un interlocutor sensible y pensante. Fortalecer su temperamento, pero sin excederse en la expresión del mismo. Aun en el torbellino de la pasión ha de mostrar equlibrio y hondura expresivos capaces de estimular la sensibilidad inteligente de los espectadores. Y nunca olvidar que se habla al público en la medida en que se habla del público.


A partir de estas consideraciones el Taller de Iniciación a la Actuación se concentrará en cuatro aspectos:

a) El trabajo sobre sí mismo, en los términos socráticos del "Nosce te ipsum".

b) El cultivo transversal de los sentidos ético y estético; vale decir, deontológico y artístico.

c) El perfeccionamiento técnico de la corp-oralidad, que considera integrados al cuerpo y la voz.

d) El conocimiento y dominio de las exigencias del espacio escénico.


Es sobre esta base sólidamente adquirida que se accederá en posteriores talleres a las diferentes técnicas de creación o composición de las presencias escénicas o personajes en el contexto de la creación o composición de la representación de la obra dramática.

domingo, 19 de febrero de 2012

Homenaje a Ernesto Ráez (Parte 3)

Homenaje a Ernesto Raez (parte 2)

Homenaje a Ernesto Ráez (parte 1)

martes, 14 de febrero de 2012

EN EL DIA DE SAN VALENTIN

A LA VALIENTE GENTE DE TEATRO DEL PERÚ




El teatro es, o debiera ser, una cofradía, una hermandad, una confluencia de amigos. Amigos, los cultores, amigos, los espectadores; público y artistas unidos por ese momento sublime de lo que Jorge Dubatti ha categorizado como el convivio y que, años atrás, Henri Gouhier caracterizara como un hecho en presencia y en presente.
El teatro es, como dicen los franceses, un tête à tête, donde nos vemos, nos reconocemos y nos reintegramos al mundo y sus problemas. Conflictivo por optimismo, el teatro nos devuelve la fe en la posibilidad de un mundo mejor. No, como un opio soñador sino como una estrategia de lucha por la dignidad del género humano. Y este teatro no se vende, porque no tiene precio. Se da a manos llenas en las plazas del mundo y no vende sus pasacalles al mejor postor.
Ayer Bruno planteo una radiografía de la ética en nuestro teatro respondiendo, como amigo, a una alturada aclaración de Christian que siempre cree que los demás están equivocados, lo cual tampoco es cierto.



Toda persona busca en la vida seguridad, nueva experiencia, reconocimiento y respuesta. De todo ello lo que el teatro, el verdadero teatro en la calle o en las salas no da es seguridad. Por eso es un acto amical. Porque necesita de una atmósfera de crediblidad tanto a las censuras como a las alabanzas. Saber escuchar es condición de la gran contraescena ¿Y quién es mejor escucha que un amigo?. Hay quienes viven evaluando negativamente, pajas que ven en el ajeno ojo porque la viga del suyo no los deja mirar las propias limitaciones. A veces el teatro se vuelve eso y, por cierto, dejamos de ser amigos.
Hubo uno de los nuestros, sencillo, famoso en nuestro mundo inmediato, aunque no en el mundo lejano, ni en los diccionarios- lo cual no está mal, por si acaso-con una memoria histórica excepcional y con una vocación periodística incuestionable, que estableció lazos de amistad con el teatro de todo el país. Sirva el ejemplo de la trayectoria sencilla de Carlos Tomás Temoche Varías, ahora y siempre allá donde están Hernando Cortés, Grégor Díaz, Luis Álvarez, Leonardo Arrieta, Ricardo Roca Rey, César Urueta Alcántara que tanto luchó con otros amigos para que la ANAIE fuese realidad...
Y así, este día anglosajón popularizado en el mundo, más por negocio que por sensibilidad humana, como sucede con la Navidad, sirva para reencontrarnos y valorarnos porque todos los que hacemos teatro somos, o debiéramos ser amigos.
Fraternalmente
La redacción

miércoles, 18 de enero de 2012

TESTIMONIOS DE VIDA EN EL TEATRO

TUC 50 AÑOS


Siempre que reflexiono sobre el Teatro tengo la impresión de estar intentando atrapar un pez vivaz y despierto en el agua que se desliza y huye, o se agita entre nuestras manos pugnando por seguir su camino acuoso alejándose de nuestros intentos. Si vencemos sus esfuerzos queda entre nuestras manos un ser yerto, muerto, que podemos diseccionar. Sin embargo, por más que hagamos no será más el pez del agua dinámico y cambiante.
¿Cómo se analiza un acto vivo? ¿Cómo se describe la energía? Porque el Teatro más que materia es energía y todos sus elementos no son sino condensaciones momentáneas de la energía esencial. Como el tiempo fluye, en el tiempo dura. Como sus creadores es efímero. Y si los sobrevive es porque su eternidad camina de la mano de la historia de la humanidad y sólo con ella desaparecerá.
Por eso esta noche al presentar Testimonios de vida en el teatro. TUC 50 años presiento que apenas si llegaré a brindarles impresiones personales no transferibles de las muchas que se pueden obtener de su lectura directa sobre las articulaciones del arte con la vida, de las vocaciones con el destino, de la fidelidad con la supervivencia, del talento con el trabajo intenso, de la semilla con la tierra y el sembrador, de cómo holla el hombre los caminos intangibles del tiempo…y mucho más que por ser inefable me es imposible decir y que, tal vez logre transmitir de sentimiento a sentimiento, de sensación a sensación. No sé pero estoy seguro de que algo va a suceder porque esta noche al presentar este libro quisiéramos llegar con ustedes hasta el origen del manantial de la fuente donde los sueños nacen y del inmarcesible esfuerzo que requerimos para hacerlos realidad.
El teatro es una barca a la que, como en el romance español, el barquero sólo enseña su canción a quienes con él navegan. No es una barca a la que se pueda comprar concientemente un pasaje. A veces se aborda descuidadamente y sin darnos cuenta ya estamos navegando en ella. Podemos bajarnos en cualquier momento, sí. Pero la atracción se hace cada día más fuerte y allí estamos limpiando la cubierta, arriando velas, levando anclas, cansados pero animosos mirando en las orillas los que nuestra travesía aplauden porque lo que en el barco producimos es ejemplo de vida, optimismo pensante, y qué difícil es hablar de esto que es puro sentimiento. Sin embargo dejando que el pez siga su camino intentaremos describirlo a la distancia cada vez mayor con que se aleja aguzando la mirada y sobre todo la sensibilidad que en este libro reina plenamente.

El TUC, un teatro siempre joven: el contexto


Tres de febrero de 1971, el 22 de junio cumplirá el TUC la primera década de las cinco que hoy celebra, ausente un trienio ya de su conducción directa el gran maestro, Don Ricardo Blume Traverso, Alfonso La Torre, el mejor crítico teatral de la historia del teatro peruano, escribe una reseña sobre el montaje de dos jóvenes del TUC: Jorge Guerra y Edgard Saba, a la que titula Ver con el corazón. Comienza diciendo el distinguido crítico:


“Tal vez los adolescentes casi niños del TUC fueran tolerantes con nosotros y nos explicaran lo que han hecho con El Principito.
Para terminar, luego de agudas reflexiones sobre la audaz propiedad de la experiencia:
"
Tal vez después de todo, los chicos del TUC no necesitan explicarnos nada; la poesía es inexplicable, aún cuando balbucea.


Y es que la década del sesenta, en la que se formaliza el TUC institucionalmente, fue caldo de cultivo de hondas transformaciones. Antecedida por la triunfante revolución cubana en 1959, promediada por las guerrillas del sesenta y cinco en el Perú, y culminada por el mayo del 68 en Francia y en nuestro país por el ascenso al poder de los militares de la participación plena, esta década, en la que algunos jóvenes murieron con sus sueños, como Javier Heraud, vio nacer en el teatro peruano un poder joven que se remonta a los años del grupo Alba, y de Homero Teatro de Grillos y que se acrecentó con la presencia final de Yego, teatro comprometido, Duende, Telba, Yuyachkani, Cuatrotablas y los montajes de los jóvenes del TUC, llegaron hasta Manizales antes y después de la partida de su maestro e inspirador, porque continuó en manos de los jóvenes herederos de la línea que les imprimió y que, por suerte, jamás olvidaron, antes bien, afirmaron y maduraron.
La indiscutible gran señora de nuestro teatro Violeta Cáceres nos cuenta, en la sección de Pioneros, como La semilla dio sus frutos:
“A inicios de los sesenta- cuenta- el teatro fue lo que unió a un grupo de entusiastas alumnos de la facultad de Letras (hoy Estudios Generales Letras) de la PUCP y los llevó a poner en escena una obra de Casona Nuestra Natacha , Uno de los estudiantes, Silvio de Ferrari tomó a su cargo la dirección. Y como los personajes eran muchos se dio cabida a la mayoría de los que querían actuar… había un gran entusiasmo y mucha seriedad en el intento y el resultado fue tan bueno que se dieron varias funciones.
“Humildad en el quehacer artístico, respeto por el director y por los compañeros, trabajo en equipo, rigor en la preparación de los roles asignados, ética en cada uno de los actos que se realizasen, dentro y fuera del escenario” fueron las cualidades que movilizaon las voluntades juveniles.
Por eso, cuando el maestro partió, Luis Peirano, Humberto Medrano y Marco Leclère continuaron la labor.. El TUC no podía parar y siguió caminando y perfeccionándose.


Un libro de múltiples lecturas


Libro de confesiones y confidencias, historia sacada de muy dentro del alma; sin pretenderlo, este libro que quiere hacer justicia a medio siglo de bregar por la realización de lo soñado, y de lucha permanente por aspiraciones aun no cumplidas, pero que uno siente que pronto se cumplirán, nos ofrece la mejor semblanza de sus expositores. Y, si bien, hay en sus testimonios la serena objetividad de quien se siente orgulloso de haber sido y continuar siendo parte de un proyecto exitoso, dejan al descubierto parte de su alma y el filón de sus más valiosos sentimientos.
Acertada iniciativa de los editores Luis Perirano y Samuel Adrianzén que, como buenos especialistas en la comunicación humana, uno de ellos, y el otro en iluminación teatral, bien sabían que la mejor manera de iluminar la historia es adicionando testimonios directos de los protagonistas.
Tal vez sea la principal característica de este libro conmemorativo el que, si bien ha sido planteado como un diario de confidencias, reminiscencias, evocaciones, puede ser objeto de múltiples lecturas.
· Historia vivencial de una institución, podemos leerlo como un mar de recuerdos.
· Pero, en estos recuerdos está implícita, como hemos podido apreciar en las citadas palabras de Violeta Cáceres una Deontología, un tratado de ética teatral. Veinte años después en su testimonio María Luisa de Zela lo reafirma: La calidad profesional, la mística, la disciplina y el sentido ético fueron siempre resguardados como pilares del teatro .
· Profundizando en sus propuestas nos encontramos con un texto de Mística Teatral. . Gustavo Bueno.”El TUC al que yo entré no era una escuela de teatro,. era un grupo de teatro que tenía una escuela. Esa diferencia es sustancial, la escuela te forma, el grupo te da solidaridad esencial que te acompaña toda tu vida actoral. Y eso cuando eres joven es una experiencia grandiosa e irrepetible”.
Ruth Escudero confiesa: “Ricardo me transmitió , con su ejemplo, la pasión por el oficio durante sus años en la Escuela, y esa pasión me ha acompañado a lo largo de mi carrera en las artes que exploré, así como en la vida misma pues la experiencia teatral se convirtió en una forma de vivir: . Comprendí que aprendemos teatro para ser mejores seres humanos”.·
· Prácticamente es una posición de cómo abordar la organización del teatro en la Universidad.
· Y como tal es también una guía de supervivencia institucional. Desde este punto de vista se le podría asumir como un Tratado para generar la Cultura de la Empresa.
· Y, en la medida en que coincidimos con la opinión de Jorge Santistevan de Noriega, en que además de artística el TUC fue “ una escuela de sentido común y virtudes ciudadanos”, es una guía de peruanidad, de cómo hacer para rescatar el optimismo de nuestras jóvenes generaciones en este conflictuado panorama que es el Perú. Que es por cierto, más que una marca comercial, nuestro emblema de vida o nada somos.
· Por todo esto podemos, en fin, siguiendo el título dado a las reflexiones de Celeste Viale, sin dejar de atender a esta riqueza de enfoques posibles, reconocerlo como una herencia, un legado, un compromiso de honor con el futuro del teatro peruano.
Porque en este libro, si bien, posiblemente, no están todos los que son, indiscutiblemente son todos lo que están. Los que estuvieron desde los albores, los pioneros, los directores y algunas voces selectas de los nuevos que garantizan un horizonte de eternidad.
El rigor histórico obliga a precisar algo que es obvio: el teatro peruano no es el TUC. Pero, sin discusión, el teatro peruano no sería lo que es sin el TUC porque es una de las instituciones que más ha aportado a su desarrollo en el último medio siglo. Y, con su fecha a cuestas ha pasado a integrar la fila de los hermanos mayores del teatro peruano.
Cerrando esta visión esquemática señalaremos tres singulares características que abren otra serie de lecturas:
· Su meditada selección de fotografías tanto para traer a luz los primeros montajes, salvando así valiosos testimonios fotográficos, cuanto para subrayar con fotos de grupo el valor colectivo del esfuerzo.
· La humildad con que se ha reducido a una sencilla relación los montajes de medio siglo. Por lo que me he permitido desde mis palabras iniciales hacer justiciero recuerdo de algunos.
· Finalmente, el contexto histórico aparece como sintética relación al margen. Lo que demuestra que el sociólogo editor se ha portado más como hombre de teatro. Pues con esto reafirma el estilo vivencial y de reclamo a la memoria donde mora en eterno presente lo vivido.
Un libro animado
Normalmente siempre asumo los libros como un coloquio amical con su propuesta escrita. Y abriendo bien los ojos y el entendimiento los leo para escuchar las ideas y aventuras que las palabras y las imágenes portan y dejan correr como agua de un manantial siempre fresco y renovador.
Así, al tenerlo en estos días como libro de cabecera su lectura me ha permitido compartir emociones y solazarme en los recuerdos que los recuerdos consignados en sus páginas me han despertado. No negaré que soy una persona que se siente bien con los recuerdos, sobre todo cuando se asocian al presente fecundo que los inspira. Y no otra cosa me ha pasado siempre que he asistido a los espectáculos de los artistas amigos egresados del TUC, porque en cada ocasión he polemizado con sus propuestas más que para aplaudirlos, que puede ser obligada cortesía, para reafirmarles mi admiración y respeto por su fidelidad a una línea de seriedad sin concesiones a este trajinar creativo, cotidiano y doméstico que es el teatro.
Cuando Esquilo escribió Los Persas apeló a un recurso dramático en el que valoraba las presencias individuales de la flor y nata de los combatientes asiáticos que habían partido a pelear contra la Hélade. Con este recurso enumerativo logró imprimir a las primeras líneas de la tragedia una fuerza mayor que si se hubiese referido a todos simplemente como el ejército persa. Y no sólo eso, obtiene también una intensidad testimonial que reivindica la historia como memoria. Porque todo logro humano en el tiempo es producto de una ininterrumpida cadena de voluntades. Un árbol que germina florece y fructifica porque la semilla cayó en buena tierra, no por azar sino porque el sembrador la preparó con esmero, la abonó y regó con cariño el tiempo necesario y supo dejar la planta en el momento propicio para albergar flores, frutos y pájaros en las nuevas estaciones.
Como apunta Mario Pasco, bien puede, sentirse satisfecho Ricardo Blume, porque sus ocho años de siembra, testimoniado por sus frutos, buena cosecha han dado en medio siglo y apunta para más.


Una galería de recuerdos


Y abre esta galería, Don Carlos Tuccio. En realidad los títulos que anteceden las palabras conmemorativas son intercambiables. Por ejemplo ésta de Fidelidad al teatro. Se siente que podría ser el título del conjunto total, porque en todos los testimonios hay una reiterada actitud de indeclinable fidelidad a dar lo mejor de sí mismos y rendir de esta manera el mejor tributo a sus maestros. Con cálida sencillez, Carlos Tuccio, nos brinda una puntual y objetiva relación de los primeros años del teatro en la universidad, la docencia de Mario Rivera del Carpio, Trudy Kressel, fundadora de la danza moderna en nuestro país. La labor del R.P. Ramón María Condomines, de la Vía Liguria, como acostumbraba a nombrarse, director del famoso radioteatro El derecho de nacer, de Felix B, Caignet. Pero también los esfuerzos en la universidad de los alumnos Guillermo Nieto y Yolanda Osterling, por mantener viva la llama de la teatralidad. Aunque algunos nombran a este periodo la prehistoria del TUC, nos parece más apropiada la denominación elegida para titularla: Los Albores, etapa que al quedar escrita en este libro memorioso y memorable pasa a formar parte auténtica de la historia. Pero, es que frente a ese cementerio de olvidados que es la historia, de fechas “recordables” y de efemérides, hay una acción de rescate cuando acudimos a los recuerdos de todos y a todos les pedimos o logramos que todos hablen con el corazón en la mano.
En las evocaciones de Guillermo Roth, en olor a castidad, por el especial cuidado que debió poner en su tiempo en la elección de los textos a representar, se recuerda el montaje de El landó de seis caballos, de Ruiz de Iriarte, y se menciona a dos personas que conocí muy joven Sara Ugarteche.y Rubén Lingán. Inolvidable profesor de Historia del Teatro en la Escuela Nacional de Arte Escénico.
Este libro épico, narrativo, más que en el sentido brechtiano, en el de los cantares de Gesta nos dice, sin alardes, lo importante que es para la cosecha, la mano del labrador. Un día de 1961 un joven de maletín y anteojos, muy serio él, pero de una gran amabilidad, reconquista a un descreído y le abre su camino al maravilloso mundo del teatro. Ganan los dos. El joven de lentes se convertirá en los años siguientes en un inolvidable maestro. Y el convertido discípulo enorgullecerá al teatro peruano con las brillantes versiones de las obras que dirige y la excelente interpretación que da a sus personajes. Pero, sobre todo este Don Jorge del crear Chiarella Kruger que desde Los Televisones no ha hecho sino sumar montajes para la historia lo conocí, aunque él no a mí, en una reunión en Cultura y Libertad, institución en la que se hacían Mesas Redondas sobre la realidad nacional. Y en una ocasión cuando le correspondió al teatro coincidimos porque asistió acompañando a Ricardo Blume.. Clara sigue en mi memoria la energía con que repitió lo que Ricardo le había enseñado con amor y disciplina, que en el teatro Peruano no se leía y que uno de los males de la escena nacional era la falta de cultura teatral de la gente de teatro. Me cayó bien su declaración. Tal vez porque no me sentí aludido ya que yo venía para entonces leyendo mucho pero después me di cuenta que antes que por vanidad personal fue por esa diáfana adhesión a las palabras de su maestro. Y que aún lo lleva muy dentro lo demuestra el que haya denominado Ricardo Blume a la sala de su agrupación teatral que de Alondra, vocero de la mañana, ha pasado a llamarse Aranwa, amplio espacio donde se supone los incas hacían teatro de celebración
Pues bien, lo cierto es volviendo al joven de 27 años, serio y disciplinado, que se esforzó por entregar la posta de místico compromiso con el teatro a casi adolescentes universitarios dispuestos a creer con todas las energías de su prístina juventud. Y creyeron y aprendieron. Este joven de intuiciones brillantes, como auténtico artista, no hizo más que imprimir en ellos lo que de otros había aprendido.
Y es aquí donde se filtra la historia del teatro nacional y entra de lleno a protagonizar la Asociación de Artistas Aficionados (AAA) que desde los lejanos años para entonces (23 años de 1938 a 1961) apareció para culminar una larga etapa postindependiente en que nuestro teatro no se apartaba de la influencia hispana. Esta AAA que llenó de calidad y nuevas fuentes la cultura teatral limeña y la apartó de los sainetes españoles y la acercó a los clásicos. Y comenzó a desterrar el matiz altisonante del latiguillo y lo reemplazó por una clara dicción, voces de bellísimas tonalidades y una capacidad de matizar que se acercaba a la música. No puedo dejar de pensar en Pablo Fernández, irreemplazable Dios de los Autos Sacramentales que dirigía Ricardo Roca Rey No es de extrañar entonces que fueran los clásicos los que ungieron a estos jóvenes universitarios En frase histórica y feliz lo que Ricardo Blume llamó pedagógicamente la retaguardia del teatro de todos los tiempos y que es en realidad la esencia de este arte inmortal. En buena cuenta los hizo bien hablados y los ató a la tradición y nadie que se une a la tradición puede desarraigarse. Con la tradición se ahonda-
Este TUC, siglas con las que Ricardo Blume abrevió al Teatro de Ensayo de la Pontificia Universidad Católica del Perú tenía jóvenes esforzados y sensibles como Silvio de Ferrari, con quien La aventura continúa. Primer presidente y animoso actor al cual volvimos a ver hace poco en una obra de Bertolt Brecht. Con que orgullo los mirarían hoy, no digo Ricardo Blume, que así debe sentirlos sino sus abuelos: Ricardo Roca Rey, Luis Älvarez que también llegó a actuar varias veces en el TUC. Para Humberto Medrano Blume dio el ejemplo. Pero Blume Corazón de teatro concluye su testimonio diciendo:
“Quiero dejar establecido que todo lo que hicimos en el TUC fue un mérito compartido. Es cierto que yo puse los principios, las reglas, los conocimientos que entonces tenía y mi mayor esfuerzo, pero el trabajo fue fundamentalmente de los muchachos universitarios de entonces, a quienes simplemente aglutiné y encaucé. Creo que con un poco de intuición y otro tanto de sentido común realizamos en el TUC un trabajo eminentemente universitario. Entrañablemente universitario. Tal vez por eso perdura.
Creo pues, que a la larga lo fundamental y lo que interesa es que el TUC está, que persiste, que puede ser maleable según quienes estén al frente. Los hombres pasan, las instituciones quedan. Pero algo del espíritu de esos hombres queda en las instituciones..
Y Silvio de Ferrari, como si lo acotara reflexiona: “Estos cincuenta años son un sueño, una ilusión realizada, una locura con mucho de imaginación.
Con la mente abierta, Alicia Saco medita el contexto histórico y la cambiante práctica teatral que a ellos responde y encuentra en la apertura sensible a estos cambios la clave de su permanencia..
Mario Pasco, traza sensibles pinceladas y evoca La siega, de Lope de Vega, el Premio Nacional, sus venturas en el Teatro Íntimo, esa hermosa experiencia de generosidad docente por la que se preparaba el grupo para los días de ausencia, y que con claro humor recuerda llamaron algunos, por sus pininos no siempre muy seguros, teatro ínfimo. Y la salida a Manizales con el Centro forward murió al amanecer, de Agustín Cuzzani, y la ideologización del nuevo teatro latinoamericano. Pero, si bien la institución logró consolidarse como tal, en justo reclamo piensa que: Sólo falta un local propio.
Hernán Romero, respetable figura de nuestros escenarios, rememora agradecido el abandono de su carrera universitaria, por el teatro. Para llegar a ser prestidigitador de la verdad presentada con las gratas apariencias de la ilusión. Eco en el tiempo del monólogo inicial de El zoo de cristal, de Williams que fue su primer ejercicio escénico en el TUC,- Se muestra como El alumno agradecido.

Los directores


Luis Peirano nos habla confidente de los sentimientos del joven Luis Peirano: “Mi descubrimiento del teatro como una actividad que además de ser gratificante y divertida era verdaderamente seria, muy demandante, de profundo sentido interior, con una exigencia de disciplina desconcertante en principio y muy alentadora después , me llevó a una transformación personal muy grande.
Y el teatro llegó a ser para él, como negarlo “Más que una afición, un compromiso.
Clara Izurieta, se declara Tocada por la magia. Se impone en sus recuerdos su colaboración creativa con Blume y con Peirano en Peligro a cincuenta metros, que significó la brújula para esta ruta de cincuenta años cumplidos.
Él 4 de mayo de 1970, Alfonso La Torre titula su recensión: Ejemplar trabajo de equipo.
“Dos cosas evidencia el estreno de “Peligro a cincuenta metros” por el Teatro de la Universidad Católica, el modernismo formal y crítico de los autores chilenos , y la asunción lúcida y ferviente del trabajo en equipo por parte del TUC.
Clara Izurieta y Luis Peirano son los directores : pero es evidente que la conducción tiene ciertos límites, donde cada actor empieza a dirigirse a sí mismo, a dinamizar la tarea del compañero: la idea global y la escena son un campo magnético con cambios focales sobre cada incidente y cada grupo de nuevos personajes, plasmándose proteicamente en los mismos intérpretes, hasta que la identidad de cada actor y actriz se relativiza y la acción es una pura vivencia escénica donde espejean los múltiples problemas del hombre.
Es imposible destacar a un intérprete más que otro. Las diferencias, dentro de un nivel coral de excelente dicción y expresión corporal, se dan apenas en cierta musicalidad erótica del movimiento, más o menos armonioso, y del gesto. Su logro es enervarnos tanto con la acción, trepidante de palabra, como con el asfixiante silencio del prólogo. Los aplausos que resuenan en el TUC, dicen que el camino que ha iniciado puede rescatar al teatro peruano de su inercia y de su silencio.
Para Jorge Guerra, filósofo demiurgo teatral, ritman el paso del tiempo teatral las renovadas versiones y maneras de enfocar el desarrollo del hecho teatral que le son característicos- Y aunque su mejor contribución al teatro peruano se llama Alejandra, nos encanta polemizar con sus inteligentes montajes-
Edgard Saba que todavía ve con el corazón, nos habla poéticamente de los Sueños de Teatro tan diversos en el tiempo y sin embargo siempre los mismos. Los balbuceantes poetas de los setenta son ahora directores que nos brindan regularmente propuestas desafiantes que arman, desarman y rearman los recursos de la teatralidad. Comprenderán porque no sorprenden a quien les ha contado que los conoció en el germen de estas inquietudes. En su iniciar “principesco”. .
El maestro Alberto Ísola a flor de piel afirma, Siempre seré parte del TUC Pero yo, no puedo disociar a Alberto, de Lucho y de Jorge. Y es que, estos tres jóvenes creadores en los años ochenta conformaron ENSAYO, Asociación de Estudio y Producción Teatral que, en el Teatro Arlequín, de la Avenida Cuba 1130, en Jesús María, y en el Teatro Británico de Miraflores ofrecieron una brillante muestra del mejor teatro peruano de esos momentos llevando a escena autores nacionales, latinoamericanos y de otros países del mundo, revisando y actualizando textos clásicos y contemporáneos. El nivel de exigencia y calidad de sus montajes ratificó la presencia artística de su alma máter en el desarrollo del teatro nacional.
Así mismo, en su labor particular cada uno de ellos continúa aportando con regularidad la singularidad de su estilo. A Luis Peirano le debemos divertida estación en Los calzones, con la interpretación de Mónica Domínguez, Jorge y Alberto, repetida en Ay, Carmela La puesta en escena y estreno continental de La Chunga, de Mario Vargas Llosa, protagonizada por Delfina Paredes y la de Historia de un gol peruano,. de Alfredo Bushby, una de las obras más significativas de la nueva dramaturgia peruana.
Alberto Ísola, agrega a sus indiscutibles méritos como actor, la de ser un director preocupado por cultivar el amplio espectro de posibilidades de la teatralidad en montajes dirigidos a públicos de todas las edades y con actores y actrices de diversas generaciones como lo demostrara la reciente puesta de La vida en dos horas, espectáculo antológico de obras escritas especialmente por nuestros jóvenes dramaturgos e interpretado por jóvenes alumnos del TUC.
Jorge Guerra, actual Presidente del TUC, desde sus primeros años demostró una inquietud investigadora y afanes de renovación de las propuestas escénicas. Fiel, en un comienzo, a las ideas de Bertolt Brecht, posteriormente ha afirmado una desafiante y estimulante capacidad para abordar la creación escénica desde puntos de vista siempre novedosos.
Y espíritu similar alentó la formación de Alondra y Quinta Rueda y la colaboración de Maguey, con Willy Pinto que se ligó al TUC algún tiempo como en los setenta estuvieron Jorge Guerra y Alicia Morales en Yuyachkani. Y cómo olvidar al TELBA de los setenta que también se emparentó en este intercambio..
Roberto Ángeles, alumno de Ísola, rememora como siendo Libres para crear, desde sus años iniciales los integrantes del Teatro de la Universidad Católica reciben una formación de respeto por la tradición y una apertura a la audacia por la innovación que amplía sus horizontes. Igualmente en Roberto volví a comprobar el respeto que guarda por su maestro, Alberto Ísola, a propósito de un comentario hecho por mí en el estreno de Números reales, de Rafael Dummet.
María Luisa .de Zela. da cuenta de Dos décadas fructíferas en la que el TUC fue dirigido por diversos creadores. “Creo que lo más valioso de la casa- nos dice- fue siempre el espíritu de laboriosidad y entrega al teatro que la habitaba y que todo el que la visitaba podía percibir desde su entrada hasta los últimos rincones.


Los tucos de siempre


En 1965, Pasos, voces, alguien… Julio Ortega y un libro publicado con las obras fueron un nuevo aporte de la era Blume respondiendo a una inquietud declarada permanentemente por Don Ricardo Roca Rey de representar mucho a los autores peruanos hasta lograr un teatro nacional.”La historia del TUC es parte de mi vida. Y cuando me encuentro con estos amigos, con Samuel Adrianzén, con Ruth Escudero, con Alicia Saco sé que nuestros veinte o veintidós años de entonces fueron privilegiados por el don del arte y la dádiva de la amistad. No acabaré de reconocer esa gracia..
Samuel Adrianzén Medio Siglo con las luces hace sentida semblanza de Marco Leclère San Román.que nos dejara en enero de 1995. “Artista completo. Pocos de nuestra generación pueden exhibir su frondosa creatividad, escenógrafo y diseñador de vestuario, profesor universitario, pintor e ilustrador de revistas y periódicos, quiromántico y adivinador, poeta y en los últimos día de su vida novelista, etapa última que compartió con la de escenógrafo de televisión en el canal 4.
Menciona a Coniraya y Madame Clo y a su novela póstuma El puma habita en el alcanfor. “Su muerte nos conmovió y a veces recordamos la inmensa falta que nos hacen sus críticas, su impronta de creador..
Testimonios
Charo Verástegui, poetiza su venerada entrada a Camaná 975. Nos imaginamos a Mónica Sánchez, de diez años en los tuquitos Bruno Odar, rodeado de locos felices, se adhiere a la fascinación del ritual Jorge Villanueva, testimonia agradecido su iniciación. Que la lleva muy hondo lo he comprobado por dos declaraciones suyas en una Reunión sobre los Nuevos en el Centro Español donde hizo memoria de este momento y rindió homenaje de admiración a Jorge Guerra. Los permanentes descubrimientos de Gisela Ponce de León son los frutos de la libertad para crear de la que nos hablara Roberto Ángeles. Y con las alas de la libertad nos remontamos al futuro.


Palabras para volver a empezar o el eterno retorno


Hace más de 10000 mil años en las cavernas de las tierras del sur, en Toquepala y en las de la sierra huanuqueña, en Lauricocha, primeros peruanos dejaron la huella gráfica de sus intentos mágicos por lograr buena caza. No se diferenciaron de sus similares en el mundo. También en el Perú el teatro nació como danza mágica propiciatoria de la caza. Desde esos lejanos años el teatro peruano existió ligado a los rituales y a la celebración de sus fiestas agrarias. Pero en 1532 este desarrollo fue interrumpido por la llegada del conquistador hispano. El teatro occidental en nuestra patria registra oficialmente su primera función en 1546, hace 465 años.
Hoy, a 190 años del decreto sanmartiniano que declaró que en el Perú la profesión de actor no irrogaba infamia, muchos esfuerzos se han sumado por dar una fisonomía identificable al teatro peruano. Tal vez, si deberíamos, siguiendo el ejemplo citado de Los persas, de Esquilo o la tan próxima de este libro testimonial, tal vez, digo, debiéramos recoger la voz de Edgar Saba y enumerar como él hace uno por uno los nombres de la multitud de los que han hecho posible el teatro en el Perú.

Ricardo Roca Rey, Pablo Fernández, Hugo Salazae del Alcázar, Elvira Travesí, Ricardo Fernández, Pepe Postigo, Osvaldo Fernández, Pipo Ormeño, Beto Montalva, Sigfried Espejo, Juan Pedro Laurie, Genoveva Elguero, Salvatore Munda, Fernando Tovar, José Enrique Mavila, Gerard Szkudlarski, Miguel Cook, Aldo Brero, Juan Carlos Espinoza, Frank Loveday, Jorge Semino, Mario Velásquez, Carlos Velásquez, Pepe Velásquez, María Isabel Chiri, Tito Salas, Luis Felipe Cueto, David Elkin, Anita Elkin, Manolo Arévalo, Pepe Vilar, Lola Vilar, Orlando Sacha, Maritza Gutti, Lorenzo de Szyslo, Marco Leclère, y tantos otros quienes, como Luis Álvarez, no perdieron jamás el equilibrio…”


Allí están exhortándonos desde la eternidad. El no haberlos olvidado es un mérito más de este libro que los tiene muchos.

191 páginas en formato mayor, en la carátula emergiendo de la cuarta dimensión donde moran los recuerdos, actores de Peligro a cincuenta metros, cerca de 130 fotografías. Y la voz de todos en un coral de reminiscencias evocativas. Aquí están vibrantes y aquí han de quedar para los que vendrán. Pero, por ahora regocijémonos porque están entre nosotros y bailan la danza común que nos hermana: el teatro, en su estilo personal por cierto como es lo normal en el arte.
El legado nos llega en la voz de Aníbal Sierralta: “Nuestra meta es un teatro no alienado sino conciente, no sagrado sino criticable, no grandilocuente sino elocuente, no abstractamente rebelde sino auténticamente transformador, no estridente sino armónico, un teatro que a través de la experiencia vital que representa el contacto entre público y actores llame a la reflexión, un teatro que permita calar profundo en la realidad de nuestros días.
Demos esta noche cálida bienvenida a este libro-mar memoria de los tiempos faro para los nuevos navegantes encendido por quienes los antecedieron, sabemos que mejores logros se han de alcanzar, la tradición sembrada lo exige y sus nuevos sembradores no los defraudarán.
Para los que abren caminos muchos siglos ha escribió Dioscórides en la tumba de Tespis, el legendario hipocrités que creó el diálogo en el teatro occidental:


“Aquí descanso yo, Tespis, antes que todos imaginé el canto trágico, cuando Baco guiaba el carro de las vendimias y se ofrecía como premio un lascivo macho cabrío con una cesta de higos áticos. Nuevos poetas han mejorado la forma del canto primitivo, andando el tiempo vendrán otros a embellecerlo más todavía, pero el honor de la invención me pertenece”.


Y así como los que continuaron la labor de Ricardo supieron responder a lo que de ellos se esperaba, los nuevos de estos nuevos saben lo que de ellos se espera y su esfuerzo no será menor por alcanzarlo porque saben también que no hay reclamo mayor que aquél que es demandado desde la eternidad. Tiempo sin fin del que ya este libro herencia forma parte.


Gracias.


Leído en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Noviembre 2011




martes, 17 de enero de 2012

NORMAS LEGALES
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Lima, sábado 14 de enero de 2012


COMISIÓN DE COORDINACIÓN INTERUNIVERSITARIA

RESOLUCIÓN N° 1557-2011-ANR

Lima, 29 de diciembre de 2011

PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA NACIONAL DE RECTORES

VISTOS:

Los oficios Nos. 067 y 086-2011-ME/ENSAD/D de fecha 13 de junio y 30 de setiembre de 2011 y el Nº 067- 2011-ME/ENSAD/D de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro, informe Nº 169-2011-DGDAC, de fecha 14 de noviembre de 2011, y memorando Nº 1059-2011-SE de fecha 22 de noviembre de 2011, y;

CONSIDERANDO:

Que, mediante las Leyes Nº 29630 y Nº 29696, modifican el artículo 99º de la Ley Universitaria Nº 23733, incorporando en sus alcances a Centros Superiores de Arte y Música, como son entre otras, la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro; estableciendo que mantiene el régimen académico y de gobierno, y de economía establecidos por las leyes que la rigen y tienen los mismos deberes y derechos que confiere la Ley Universitaria Nº 23733, para otorgar en nombre de la Nación el grado de bachiller y los títulos de licenciado respectivos, que son válidos para el ejercicio de la docencia universitaria y para la realización de estudios de maestría y doctorado; debiendo ser inscritos en el Registro Nacional de Grados y Títulos de la Asamblea Nacional de Rectores;

Que, mediante oficios de vistos, el Director General de La Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro” con sede en la ciudad de Lima, en el marco de las leyes mencionadas precedentemente, presenta los Planes de Estudio de las siguientes Carreras Profesionales que imparten, los mismos que han sido aprobados por Resolución Directoral N° 062-2011-ME/ ENSAD/D para su evaluación y fines consiguientes:

• Formación Artística - Especialidad Teatro – Mención Actuación,
• Formación Artística - Especialidad Teatro – Mención Diseño Escenográfico, y
• Educación Artística - Especialidad Arte Dramático;

Que, mediante informe de vistos, el Director General de Desarrollo Académico y Capacitación, es de la opinión que sería procedente emitir la resolución que declare aprobado los Planes de Estudio de las tres carreras profesionales que imparte la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro”, los mismos que han sido elaborados basándose en los criterios establecidos por el artículo 23º de la Ley Universitaria Nº 23733 y las normas establecidas por la Guía de Adecuación de Instituciones Educativas a la ley Universitaria Nº 23733, aprobada por Resolución Nº 599-2011-ANR de fecha 03 de junio de 2011; por lo que procede expedir la correspondiente Resolución de aprobación, para su ejecución;

Que, mediante memorando de vistos, el Secretario Ejecutivo (e) dispone la elaboración de una resolución, de acuerdo al informe de la Dirección General de Desarrollo Académico y Capacitación, aprobando el anteproyecto que declara la ejecución de las Carreras que se imparten en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro”, con sede en la ciudad de Lima; Estando a lo autorizado por la Alta Dirección;

En uso de las atribuciones conferidas al Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, en virtud de lo establecido en la Ley Universitaria Nº 23733 y en el Reglamento General de la Comisión de Coordinación Interuniversitaria;

SE RESUELVE:

Artículo 1º.- Declarar que la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro”, con sede en la ciudad de Lima, ha organizado los respectivos planes de estudio de acuerdo con lo establecido en el artículo 23º de la Ley Universitaria Nº 23733 y la Guía de Adecuación de Instituciones Educativas a la Ley Universitaria Nº 23733, aprobada por Resolución Nº 599-2011-ANR, quedando en consecuencia aprobados para su ejecución:

• Carrera de Formación Artística, especialidad Teatro, mención Actuación.
• Carrera de Formación Artística, especialidad Teatro, mención Diseño Escenográfico.
• Carrera de Educación Artística, especialidad de Arte Dramático.

Las carreras antes citadas conducen al grado académico de bachiller y al título de licenciado con las menciones respectivas, para su inscripción en el Registro Nacional de Grados y Títulos de la Asamblea Nacional de Rectores.

Artículo 2º.- Disponer la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano y en la página Web de la Asamblea Nacional de Rectores.

Regístrese y comuníquese.

ORLANDO VELÁSQUEZ BENITES
Rector de la Universidad Nacional de Trujillo y
Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores

RAÚL MARTÍN VIDAL CORONADO
Secretario General de la
Asamblea Nacional de Rectores



LA FORMACIÓN DEL ACTOR EN EL PERÚ

Pórtico de ingreso






La formación del actor en el Perú de nuestros días no reclama más ni menos perfección técnica y afirmación del estilo, entrega, ética, creatividad, compromiso con la historia y las formas propias de su tiempo y de su espacio, que las exigidas a los artistas de todas las épocas y culturas, cualquiera que sea el género al que se dediquen. Es dentro de este marco que se inscribe la posibilidad de discutir luego, a la luz de las exigencias concretas de su personalidad, su biografía y sus experiencias personales, qué rutas proponerle para motivarlo y premunirlo de instrumentos de aproximación a sí mismo y a las exigencias de la creación teatral.






Es imposible pensar en un actor teatral que no tenga un sólido sentido de la disciplina, el trabajo de equipo, la puntualidad y la dedicación plena a su perfeccionamiento. Cualquiera que sea el método de creación que asuma éste será un añadido fofo y postizo sino se apoya en la sinceridad expresiva controlada y en la comunicación sensible.






La motivación, el por qué dedicarse al teatro es siempre una decisión de raíces muy personales e íntimas que podría reducirse a “porquemegustapues”. Y no es un acto egoísta, a pesar de estar profundamente egocentrado. Una decisión de preferencias profesionales no entraña ofensa, en tanto que será la fuente de la energía que impulsará el perfeccionamiento artístico. La que si entraña un posicionamiento ético es la respuesta a los fines profesionales. ¿Para qué hacer teatro? No es fácil de responder hasta un cierto tiempo de práctica profesional intensa. Y, posiblemente, en ninguna de las actividades artísticas sea más complejo de posicionarse que en el teatro, por la hondura social, humana y total compromiso con el perfil histórico de los seres humanos.






Desde las danzas mímicas primitivas hasta las performances el actor, en tanto que signo de la humanidad que representa, tiene un delicado y elevado compromiso con la sociedad a la que debe proporcionarle lo que Brecht denomina en su Breviario de Estética Teatral “diversiones fuertes”, motivos de reflexión sobre sí misma y sus prácticas comunitarias. En este sentido, aun en tiempos de la globalización, el arte teatral sigue siendo expresión de una cultura determinada; es precisamente la expresión sincera de esta cultura la que permite llegar al mundo. Si el punto de partida es la sensación, como apuntaba el gran actor francés Louis Jouvet, que privilegiaba la percepción sensible, la observación artística como la base de las futuras expresiones del joven actor, es comprensible que una de las actividades que las escuelas de formación del actor deben priorizar es la observación intensa de todos los aspectos de su contexto. Observación e investigación, entendámonos. Lógicamente esta observación y experimentación sólo diferirá de la observación y experimentación de las ciencias en que pretende culminar en una expresión artística, o sea, multiplicar los pùntos de vista de apreciación de la realidad.






El afinamiento del instrumento expresivo de actores y actrices hoy cuenta con un amplio repertorio occidental y oriental de preparación del cuerpo y la voz. Las conquistas de la danza moderna y la aproximación de las expresiones folclóricas y las formas propias de América, Asia, Oceanía y Africa han enriquecido las viejas prácticas occidentales y, sin salir de este campo, el acercamiento a prácticas multidisciplinarias y la sinergia expresiva de las artes nos da las posibilidades de contar con un actor y una actriz muy flexibles, para los que ya no existe la división de las artes escénicas (títeres, mimo, danza, circo, music hall…) y son capaces de moverse entre una y otra con amplia comodidad. Es aconsejable, sin embargo, que la formación se haga sobre el riguroso desarrollo de una de estas líneas. Todavía sigue siendo contraproducente tratar de asimilar todas las técnicas desde los primeros estudios.






Otro tanto sucede con la construcción del discurso teatral. Dos de sus elementos tradicionales han sido puestos en cuestión: el personaje y el conflicto, Tradicionalmente se asumía que todo se reducía a la construcción o composición de un personaje. Aunque esto entrañara desde ya un problema, por cuanto el personaje teatral no aparece por igual ni a través de la historia, ni de las culturas y muchas de las licencias que hoy se permiten los directores contemporáneos con la interpretación de los personajes deriva de esta condición. Nada es más ajeno a un único método compositivo que el personaje, tratado en muchas obras actuales como mera presencia escénica. Liberada de sujeciones simbólicas, psicológicas, sociológicas o antropológicas la presencia escénica como objetivo de composición artística del actor durante una obra está profundamente condicionada por las proposiciones del director y es imposible reducir su construcción a un método universal. Por cierto que esto se liga a las exigencias de composición en el espectáculo teatral, de lo que siempre se considero la matriz obligada del desarrollo de la puesta en escena y armazón indiscutible de su sentido, el libreto teatral, guión u obra dramática.






Pero, resulta que muchas veces los ensayos de una obra, que son los hitos creadores durante el proceso del montaje o puesta en escena, que es un proceso de producción de sentido, permiten ir diseñando lo que antes la obra nos entregaba desde el primer ensayo, la intención y trascendencia de la representación ante el público. Antes se podía hablar de géneros y especies dramáticas (tragedia, drama, comedia, farsa, melodrama, vodevil…) y recuerdo que en las academias uno hacía ensayos de fragmentos de cada una de ellas. Hoy en cambio aparecen como momentos dentro de las obras. Es obligatorio, por consiguiente, que el actor sea formado en análisis de la obra dramática, del guión dramático.






Y esto no se limita a las propuestas aristotélicas, lopescas, hegelianas, brechtianas, artodianas, ionesquianas. La misma creación colectiva presenta variantes que la acercan a la antigua comedia del arte o a las propuestas de feria y el antiguo teatro de variedades. ¿Y alguien sentirá que cometemos un grave olvido al no mencionar a la danza teatro , la más antigua forma de lo teatral?. Vivimos una época de totalidades expresivas imbricadas y ramificadas a voluntad, y la formación técnica del artista debe considerarlo pero sin tratar de formarlo en todo, que acaba por terminar formándolo en nada. La formación enciclopedista en la base no es el mejor camino, como tampoco lo es la práctica sin reflexión o ésta sin su proyección práctica.






Por sobre todo y ants que nada debe darse una sólida base ética y desarrollarse rigurosamente un método que familiarice con el conocimiento de los caminos de la creatividad y el autoperfeccionamiento. La exigencia primordial de una sólida formación del actor debe dotarlo de la flexibilidad y espontaneidad para participar de esta exigencia. Esta noche se improvisa es el título de una obra de Pirandello y pareciera ser la manera de comenzar a abordar el proceso creativo teatral aquí y ahora.






En próximas entregas iremos ampliando este pórtico al complejo mundo de la formación del actor peruano que responda a los requerimientos de los públicos de la sociedad peruana de hoy y de la que se avizora en el futuro.