domingo, 15 de marzo de 2009

I: CONSIDERACIONES PRELIMINARES


1.1
LA EXPRESION ORAL EN LA VIDA

La expresión oral es una necesidad de la vida cotidiana. Hablar es el medio de comunicación más usual entre los hombres. La lengua, en cuanto producto cultural que existe por la colectividad de individuos que la han creado y la emplean espontánea mente en sus relaciones, procede básicamente del habla oral, que es también su factor principal de transformación. Son precisamente las exigencias del diario vivir las que, paulatinamente en el transcurso de la historia, han ido determinando estos cambios. Siempre actual y en movimiento como la vida en la que es empleado a cada instante, el lenguaje oral, instrumento imprescindible para la supervivencia y el desarrollo, es dinámico por excelencia.

Sin embargo, pese a su empleo generalizado, y aparentemente sencillo, la expresión oral es un proceso complejo. Cuando se habla, la Lengua o modelo virtual se actualiza acompañada de otros sistemas de signos. Esto se debe a que en el acto de hablar, lo que es dicho y sus matices se escuchan complementando su significación con los gestos que apoyan el decir. En el hablar intervienen conjuntamente con la Lengua, los tonos de la voz y los gestos y posturas corporales complementarios, al servicio de las intenciones de los hablantes. Durante la comunicación verbal en las relaciones interpersonales las sonoridades lingüísticas, las tonalidades paralingüísticas y los gestos, actitudes y ademanes culturalmente condicionados que los acompañan, se apoyan mutuamente para precisar lo que los hablantes desean transmitirse. Por esto, hablar es un acto de comunicación total.

Se aprende a hablar en los periodos iniciales de la vida, se nombran las cosas para apropiarse idealmente de ellas. Este aprendizaje coincide con la evolución psicofísica, psicosocial y cultural, hasta tal punto que las conquistas verbales de los niños son consideradas como indicadores de su maduración. Por ser tempranamente adquirido, el lenguaje oral está íntimamente ligado al comportamiento, es una de sus manifestaciones. Aunque no es posible demostrar una relación determinante entre la capacidad intelectual de un individuo y su manera de hablar, lo habitual de la vida en común es que a las personas se las valora según como se comuniquen verbalmente. Hablar fluidamente en público es signo social de seguridad y autoestima.

El hablar no sólo depende de los individuos, también en todos sus aspectos está culturalmente condicionado. Cada grupo humano se distingue por sus giros coloquiales, ritmos y entonaciones característicos al hablar.Y estas particularidades muchas veces demandan un gran esfuerzo para comprender a plenitud el decir de comunidades ajenas. Hay términos que en un país tienen un significado socialmente aceptable y en otros está prohibido decirlos en voz alta, en público. Además del significado, la velocidad con la que se habla en algunos lugares imposibilita escucharlas con claridad a los foráneos. En el Perú, les causa dificultad a los naturales de Iquitos seguir el hablar apresurado de los limeños. En algunas comunidades quechua hablantes se emplean los términos castellanos con un sentido unívoco. Así tenemos que “puesto” se emplea únicamente para referirse al puesto policial. Imaginemos el desconcierto del provinciano que oye decir en Lima “puesto” al establecimiento donde se venden diarios y revistas. La voz alta y fuerte con la que hablan ciertos grupos puede percibirse como grosera por quienes no están acostumbrados a esa entonación.

El hablar se complementa con el escuchar, función orgánica que permite la adquisición del lenguaje, ya que es su medio de captación. El habla se aprende escuchando hablar, escuchando leer, hablando y leyendo en voz alta. Este acto cultural total compromete al sujeto en pleno y a quienes lo rodean. Hablar es una forma de comunicación que se sucede en el tiempo y reclama concentrada atención para permanecer en el recuerdo. Se habla a la memoria de quien escucha. Aún hoy, que el registro sonoro ha abierto la posibilidad de grabar lo dicho, no se anula la naturaleza diacrónica del decir; pues, para quien escucha estas grabaciones fluyen y hay la misma obligación de recordar lo que se va escuchando, para poderlo integrar en la memoria.

El lenguaje oral se ejerce en presencia y en presente, requiere de cercanía y confianza, de afán sincero de compartir con los demás, Estar al habla significa estar cerca. Así nomás no se dirige la palabra a alguien. En los sitios públicos se habla en corrillos, grupos mínimos de diálogo en los que se rescata la intimidad en el gentío. Hölderlin afirma que existimos desde un diálogo; el que para Pedro Salinas es un leve puente de sonidos que se extiende para transitar de la soledad a la compañía.

La expresión oral para comunicarse desde lejos es un fenómeno actual producto del desarrollo de los canales de comunicación a distancia. La expresividad del habla depende de la expresión corporal. Cuando se habla por teléfono una sonrisa ayuda a sostener el tono amable. Pero, el correcto hablar por la radio se acerca más a una buena lectura oral, puesto que no se puede apreciar la expresión corporal del locutor. Por esta razón en el hablar cercano el silencio es elocuente y no interrumpe la comunicación; a distancia, el callar es desinformación.

Las características hasta aquí enunciadas, condicionan la enseñanza-aprendizaje del lenguaje oral:

Porque es un acto cotidiano, las situaciones de su aprendizaje deben coincidir con las situaciones vitales de la escuela, de la familia y de la comunidad.

Porque es un ejercicio cultural complejo de comunicación total, hay que considerar, además de los aspectos lingüísticos, la educación de la voz y de la expresión corporal, la extracción social de los educandos y el dominio que tienen de su propia cultura.

Porque es uno de los indicadores más notables del comportamiento de las personas y un factor aparentemente objetivo de valoración de las mismas, hay que considerar las características individuales de los educandos y la imagen personal y social que tienen de sí mismos. El grado de madurez afectiva y autoestima puesta de manifiesto en el autodominio y la autoimagen.

Porque está culturalmente condicionado, hay que considerar lo que son capaces los alumnos de expresar, el grado de madurez, familiaridad y dominio con que emplean la lengua. En este aspecto, el conocimiento de los patrones de comportamiento lingüístico de los estudiantes posibilitará la mejor conducción de sus prácticas orales.

Porque se aprende escuchándolo y practicándolo, debe auscultarse el buen estado de los oídos y de los órganos de la fonación y de la articulación; hay que enseñar a escuchar con propiedad y educar la capacidad de percepción y de participación.

Porque se habla a la memoria para el recuerdo, debe aprenderse que el discurso hablado exige una composición especial en la que priman las reiteraciones y las imágenes gráficas que facilitan la memorización de lo expresado oralmente.

Porque se ejerce en presencia y en presente, en cercanía y en confianza, el ambiente didáctico donde se efectúe su práctica de enseñanza-aprendizaje tenga una atmósfera liberadora, permisiva, favorable a la creatividad y democrática, que favorezca el comportamiento espontáneo, reflexivo y la comunicación sensible.

Se facilita el perfeccionamiento del lenguaje oral mediante prácticas que:

· conduzcan a los alumnos hacia su zona de desarrollo próximo en un crecimiento continuo,
· pongan en juego sus múltiples cualidades o inteligencias, según Gardner,
· permitan se exprese crítica y creativamente,
· promuevan su participación espontánea en la vida social, y
. afirmen y refuercen su capacidad de autoestima.

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