martes, 2 de septiembre de 2008

Despedida del V Taller Nacional de Teatro

Villa El Salvador, 18 de Febrero del 2001

Mujeres y hombres jóvenes participantes en el V Taller Nacional de Teatro

Una de las experiencias más profundas del arte teatral es que siempre acaba la función y "Chejov, baja el telón". Luego queda el recuerdo de la obra en la que hemos participado, como miembros del equipo co-creador o como público... y la vida continúa. Lo que importa luego es lo que hacemos con el recuerdo, la manera como ha calado en nosotros la experiencia momentánea vivida. No hay nadie tan simple que crea que, a partir de entonces, tiene todas las respuestas a los problemas constantes de la existencia o de la profesión; nadie es tampoco tan ingenuo que sienta que haya tocado el cielo por los aciertos o que se haya sumergido en profundidades infernales por lo que no se dio. Es el acto mismo vivido, con todas sus experiencias, el que se decanta en cada uno de nosotros mientras continuamos por "el tenebroso bosque de la existencia". Pero, como consecuencia del intercambio, llevamos nuevas perspectivas desde las cuales mirar nuestro propio mundo, ideas con las cuales polemizar para sacar nuestras propias conclusiones. Retornamos inspirados para, a nuestra manera, actuar sobre nuestra propia realidad. Se ha abierto un libro de innumerables páginas al cual deberemos agregar las que vamos a escribir desde la acción. Porque todo se define en la vida y en el teatro, que es arte que evalúa la vida, desde la acción.

Dice Goethe que "Es gris toda teoría, sólo es verde el árbol dorado de la vida". ¿Cómo podía concebir Goethe verde un árbol dorado? Licencias de la palabra artística que será bueno desentrañar. Posiblemente fue más claro y cercano cuando dijo: "Después de todos nuestros conocimientos, sólo adquirimos aquél que ponemos en práctica". No es, pues, que negara el valor de la teoría, simplemente que reconocía que sin la praxis conciente y constante, ésta se vuelve erudición libresca apolillable en las bibliotecas. Pero, eso no nos inquieta a nosotros los trabajadores del teatro porque somos gente de acción. Empeñosos constructores de productos efímeros que deben tocar con fuerza en el instante que compartimos con nuestros espectadores. ¿Cómo hacer para que nuestros productos artísticos inquieten o hagan polemizar a nuestros espectadores con sus destinos? ¿A nuestros espectadores de algún lugar del Perú, en este momento histórico de la sociedad peruana? Porque yo no puedo hacer teatro para el futuro, sólo puedo hacer teatro para "aquí y ahora", en este tiempo y este espacio que ocupo tan momentáneamente como mis producciones teatrales. Transitorios por naturaleza, nuestros espectáculos, sin embargo, deben tener raíces. Pero, no raíces que inmovilicen, sino raíces que permitan a la copa del árbol que erigimos en la montaña del arte nutrirse de la luz del sol de todos los hombres de la tierra reunidos, como en el poema Masa, de César Vallejo, poeta provinciano nuestro de dimensión universal.

Precisamente esta semana se han preparado para responder al reto técnico-creativo, y no lo han hecho sólo en teoría. Han compartido intensos momentos de experiencia con Mario Delgado, Eduardo Valentín, Willy Pinto, Alberto Ísola, Roberto Ángeles, Fernando Zevallos, y los Yuyas. Han escuchado conferencias aleccionadoras de Edgard Saba, Alicia Morales, Hilda Valencia. Sara Joffré coordinó a los cronistas y nos brindó videos aleccionadores que ampliaron nuestra visión del teatro. Tomás Temoche, siempre solidario, estuvo registrando nuestro efímero proceso para que algo quede de él que otros puedan ver. El grupo Arena y Esteras en pleno ha dado muestras de extrema seriedad en el cumplimiento de su misión y ésa es una gran lección que no debemos olvidar: la capacidad de entrega sin protagonismos, el liderazgo sin poses espectaculares. Bien por ellos y por nosotros que fuimos sus huéspedes. Pero, lo más importante, hemos aprendido a tolerarnos, a respetarnos, a no convertirnos en anecdóticos ni superficiales, a valorar al compañero, a no insultarlo ni hablar mal de él, a reconocerlo en sus limitaciones y en sus esfuerzos. Posiblemente no fue fácil cumplir con las austeras normas encaminadas a la concentración de la energía, pero se ha escuchado las notas de una guitarra alegre que reclamó nuestras voces y nos invitó al baile en algunos momentos; sin distraernos de nuestro objetivo principal pero recreándonos un instante para recuperar energías y poder cumplir el rito del entrenamiento corporal matinal y las exigencias de los talleres.

Hemos comprobado que la finalidad del teatro es divertir, como dice Brecht, en el primer parágrafo de su Breviario de Estética Teatral o Pequeño Organón. Pero hay diversiones fuertes y diversiones débiles, dice, que debemos distinguir. Y en este intento de distinción, hemos asistido al teatro a ver dos productos de nuestros mejores creadores: Macbeth, dirigido por Roberto Ángeles, y Santiago, coordinación creadora de Miguel Rubio, de una creación colectiva de Yuyachkani. Dos felices ejemplos de la interrelación dialéctica de las diversas formas en que puede ser abordado el teatro en nuestros días. Dos maneras de llenar el espacio teatral. Casi vacío en el montaje de Roberto y pleno de una parafernalia compuesta por la iconografía nacional, en el montaje de Yuyachkani. La una golpeaba al espectador, desde su tiempo, con las miserias de la ambición y del poder políticos y repercutía sobre estos aciagos días de exhibición de la corrupción de la clase política. La otra nos retrotraía a las raíces de un comportamiento de resistencia al invasor y de mantenimiento de la identidad, en estos días de globalización y en el que aún estamos recogiendo los cadáveres de las víctimas de la violencia cuya develación pareció dar patente de corso a los corruptores de la patria para traficar con nuestra dignidad nacional. Formas de teatralidad y de actuación en las que se desplegaban las cualidades sobre las que reflexionamos alegremente una noche, y espero que recuerden, y en las que se afirmaba la línea ética personal de los actores para consigo mismos y para con su sociedad.

Ojalá que hayan aprovechado estos días para aprenderse de memoria los nombres de sus compañeros, ya que no es habitual que nos reunamos siempre. Sobre todo, traten de escribirse y contarse sus sueños y sus realizaciones, manténganse en comunicación permanente. No se aislen. Es hora de convertir en un gran movimiento continental la lucha archipiélago por el teatro en el país. No debemos conformarnos con ser islas convocando a nuestras costas el escaso público que consigamos. Pero esto, como la definición del carguyoc de la próxima muestra y otros problemas serán asunto del Congreso.

Estamos felices porque hemos visto muchas caras nuevas y la misma energía antigua por enaltecer el teatro peruano. Lo que menos se ha tratado es de que todos sean unificados por método alguno o visión parcializada del teatro. Temed al hombre de un solo libro. Todo artista mata a su igual. Ya que el arte es el intento siempre renovado de mirar al mundo y a los hombres en el mundo, desde nuevas perspectivas. Se han acercado a recoger en un vaso el agua del mar; pero el mar los sigue esperando con sus amplios horizontes y sus olas incesantes. Han llegado al pie de la montaña y saben bien que han dado apenas los primeros pasos sobre las piedras de sus faldas en la gran marcha hacia su cumbre, si es que la hay. Oasis de reconocimiento este V Taller Nacional nos devuelve al árido desierto de la creación heroica de nuestro teatro peruano. Por eso les hemos solicitado que cuando lleguen a sus lugares de origen hagan otros talleres similares para que informen a sus compañeros de lo que han aprendido, para que difundan los documentos que han recibido. La mejor manera de aprender es tratando de enseñar. La mejor manera de recordar es establecer una gran memoria colectiva compartiendo experiencias. Por eso se les pidió que trajesen datos sobre los antecedentes teatrales de su lugares de origen. La Memoria del teatro peruano aún no ha sido recogida en su totalidad. Siempre digo que los jóvenes deben saber qué mundo reciben para que no crean a la hora de su muerte que el mundo se acaba con ellos.

Posta o cadena, hoy los seres humanos son más que meros entes biológicos, han creado una memoria colectiva que es la cultura, el último bastión de defensa de su identidad. Estamos en el mundo para entregar a los demás esta singular diferencia que nos distingue y sustenta nuestra diversidad creativa como especie. Es verdad que el próximo siglo será el del conocimiento. Recuerden que el último CADE fue sobre "Educación y Cultura". Pero, lo importante será lo que seamos capaces de hacer con este conocimiento compartido. Lo importante será lo que serán capaces de hacer con la experiencia que han obtenido en este V Taller Nacional. Pues, si no se defiende la singularidad del arte, su condición de eje crítico y contestario de la sociedad, continuaremos esperando lo que no se nos debe y a la hora en que baje el telón sobre nuestra breve función existencial, el herrero divino tendrá que volver a fundirnos como en la obra Peer Gynt, de Enrique Ibsen.

Quede esta cita como abierto desafío a su deseo de seguir creciendo en el teatro y por el teatro.

Fraternalmente

Ernesto Ráez Mendiola
2652742 eraezm@gmail.com

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