La primera pregunta que me sugiere el libro de Danilo Sánchez Lihón que esta noche debía presentar en Trujillo, ceremonia a la que hoy llego a través de la lectura de Myriam Reátegui, en cuya sensible capacidad de animar la palabra me apoyo, es un libro afirmativo que genera múltiples interrogantes.
La primera y más honda es indudablemente si el alma se hereda, si hay un código genético que permita la continuidad en el tiempo de esa realidad íntima, etérea, personal, exclusiva e inabordable que es el alma. Y se suma a esta ya difícil cuestión, una segunda de no menos misteriosa y difícil respuesta ¿Se puede en la carrera de la vida recibir la posta de una existencia y continuarla con mayor vigor hasta resucitarla, reencarnarla, actualizarla viviente, y tornada simiente nuevamente sembrarla? ¿Será acaso éste el sentido más humano del misterio de la Santísima Trinidad? La extensión del conocimiento que ya no es padre, ni es hijo, ni es espíritu santo, sino un solo impulso de verdad transmitida y acrecentada hasta dar sentido al tiempo de nuestras vidas. Porque Alma de Maestro es eso: la prolongación con espíritu santo, de la palabra del padre en el hijo, de la palabra del maestro en sus alumnos, de la palabra del hombre en los hombres.
Tan imbricada es esta unicidad que podríamos invertir el texto y leerlo como si fuese al mismo Danilo Sánchez Lihón, a quien rinde homenaje su orgulloso padre. Porque quien revela también un Alma Grande (Mahatma) de Maestro es Danilo Sánchez Lihón. Y en esta conjunción padre e hijo se hermanan con el alma de su gran paisano universal, César Vallejo y evocan los días en las orejas de su burro; ingenioso bruto cruelmente desprestigiado como símbolo de la ignorancia, por los ignorantes.
Acostumbrados como nos tiene Danilo Sánchez Lihón con sus publicaciones de registro vario, Alma de Maestro, testimonia, evoca y conduce al encuentro de ese raro especimen en proceso de extinción que es el educador, conductor de almas y él mismo un alma dispuesta a prolongarse e inaugurarse perpetuamente diferente en el alma de sus alumnos. Multiplicador de peces y panes, que hoy clama en el desierto de la indiferencia o del desamparo, frente a la abundancia despilfarrada.
Saludo al Mensaje de Amor Filial y Pedagógico que portan las líneas de Alma de Maestro, y provisionalmente me respondo que posiblemente el alma se hereda por contacto cotidiano con el ejemplo de sus acciones, y que es precisamente en la convivencia con ellas donde se recoge el testimonio que nos impulsa a continuar la carrera hacia la perfección del hombre.
Porque el mejor futuro es el buen presente, reitero una vez más a mi amigo Danilo Sánchez Lihón, sembrador de rosas blancas, mi admiración y cariño; y de mi jardín recojo una yo también y se la entrego, esperando que todos ustedes porten en sus manos la suya cuando la recojan del jardín de humanidad que es Alma de Maestro.
Trujillo, 16 de Agosto de 2002
La primera y más honda es indudablemente si el alma se hereda, si hay un código genético que permita la continuidad en el tiempo de esa realidad íntima, etérea, personal, exclusiva e inabordable que es el alma. Y se suma a esta ya difícil cuestión, una segunda de no menos misteriosa y difícil respuesta ¿Se puede en la carrera de la vida recibir la posta de una existencia y continuarla con mayor vigor hasta resucitarla, reencarnarla, actualizarla viviente, y tornada simiente nuevamente sembrarla? ¿Será acaso éste el sentido más humano del misterio de la Santísima Trinidad? La extensión del conocimiento que ya no es padre, ni es hijo, ni es espíritu santo, sino un solo impulso de verdad transmitida y acrecentada hasta dar sentido al tiempo de nuestras vidas. Porque Alma de Maestro es eso: la prolongación con espíritu santo, de la palabra del padre en el hijo, de la palabra del maestro en sus alumnos, de la palabra del hombre en los hombres.
Tan imbricada es esta unicidad que podríamos invertir el texto y leerlo como si fuese al mismo Danilo Sánchez Lihón, a quien rinde homenaje su orgulloso padre. Porque quien revela también un Alma Grande (Mahatma) de Maestro es Danilo Sánchez Lihón. Y en esta conjunción padre e hijo se hermanan con el alma de su gran paisano universal, César Vallejo y evocan los días en las orejas de su burro; ingenioso bruto cruelmente desprestigiado como símbolo de la ignorancia, por los ignorantes.
Acostumbrados como nos tiene Danilo Sánchez Lihón con sus publicaciones de registro vario, Alma de Maestro, testimonia, evoca y conduce al encuentro de ese raro especimen en proceso de extinción que es el educador, conductor de almas y él mismo un alma dispuesta a prolongarse e inaugurarse perpetuamente diferente en el alma de sus alumnos. Multiplicador de peces y panes, que hoy clama en el desierto de la indiferencia o del desamparo, frente a la abundancia despilfarrada.
Saludo al Mensaje de Amor Filial y Pedagógico que portan las líneas de Alma de Maestro, y provisionalmente me respondo que posiblemente el alma se hereda por contacto cotidiano con el ejemplo de sus acciones, y que es precisamente en la convivencia con ellas donde se recoge el testimonio que nos impulsa a continuar la carrera hacia la perfección del hombre.
Porque el mejor futuro es el buen presente, reitero una vez más a mi amigo Danilo Sánchez Lihón, sembrador de rosas blancas, mi admiración y cariño; y de mi jardín recojo una yo también y se la entrego, esperando que todos ustedes porten en sus manos la suya cuando la recojan del jardín de humanidad que es Alma de Maestro.
Trujillo, 16 de Agosto de 2002
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